dimecres, 27 de gener del 2016

Doscientos uno


Me encontró en la terraza de un bar del Paralelo. Digo me encontró porque vino directo hacia mí y me dijo "Te estaba buscando".
- ¿Nos conocemos?
- Yo te conozco a ti. 
- ¿De qué?
- Yo escribo tu vida.
Aquello se merecía una fuerte calada. Eché todo el humo del rubio en su cara. Él no se inmutó, se mantenía de pie junto a la mesa, esperando quizás a que yo le invitara a sentarse. Por supuesto no lo hice.
-¿Me espías?- No. No me hace falta.
- ¿No serás un mirón?
- ¡No, no! Soy escritor.
- ¿Y quién te ha dado permiso para escribir sobre mí?
- No lo necesito. Puedo escribir sobre ti todo lo que quiera.

Finalmente se cansó de estar allí parado y se sentó. Pidió un café solo al camarero, sin azúcar. Mientras tanto, yo le daba vueltas en mi cabeza a su respuesta. No entendía nada.

- ¿Quién eres?
- Me llamo José Antonio, aunque algunos me conocen por Pepe y otros por Wambas. También hay quien me conoce por JAP.
- ¿Y a mi que me importa todo eso? Yo quiero saber quién eres, cómo te llamen o te dejen de llamar me importa una mierda.
- Soy la persona que te creó.
- ¿Eres mi padre?
- Más o menos.
- A ver, papá, que te quede claro, si quieres echar un polvo no te hace falta hacerte el listillo. Pagas como lo demás y punto. Déjate ya de estupideces.
- Tienes un lunar en el pecho izquierdo.
- ¿Ahora te las das de adivino? Te lo puede haber dicho cualquier cliente.
- No. Lo sé. Lo que tú no sabes es que en realidad no lo tienes en el pecho izquierdo, si no en el derecho.
- ¿De qué vas?
- Compruébalo.
- No voy a comprobar nada. Vete.
- Compruébalo.
- ¡Qué te vayas!
- Me voy si quieres, pero antes compruébalo.

No sé porque le hice caso, pero me miré disimuladamente el escote - no llevo nunca sujetador - y vi que tenía razón. Siempre había tenido el lunar en el pecho izquierdo, y de repente ahora lo tenía en el derecho.

- ¿Qué ha pasado?
- ¿De qué color es tu pelo?
- ¿Me lo vas a cambiar también?
- Podría. ¿Lo dudas?
- Sigo sin saber quién eres.
- Ya te lo he dicho, tu creador.
- ¿Creador de qué?
- Tú eres uno de mis personajes, uno de mis favoritos.

Pegué un salto de dolor. Me había quemado con la colilla del cigarrillo totalmente consumido entre mis dedos.

- No te preocupes, no te saldrá ampolla.

De repente me desapareció el dolor. Le miré fijamente, supongo que se me quedó cara de tonta porque él sonrió. Debería decir que se trataba de un tipo muy vulgar, pero como él manipula mis pensamientos me obligará a engañaros diciendo que era un tipo atractivo, con una sonrisa encantadora.

- Veo que ahora lo entiendes.
- ¿Vas a aprovecharte de mi? Adelante, si quieres ahora nos podemos acostar y no te cobraré.
- No voy a hacer eso. Sería violación. No tengo ningún interés en abusar de ti.
- ¿Y entonces a qué has venido?
- Quería saber si estabas bien.
- ¡Que considerado por tu parte! Me conviertes en una prostituta de la que se han aprovechado los hombres desde que era una niña, me has alejado de mis padres, me has estigmatizado y ahora me preguntas si estoy bien.
- Bueno, la historia de tu vida no está escrita en el blog, solo aparece en el libro de Historias para el camino. Así que la mayoría de la gente no sabe lo de tu pasado.
- ¿Y qué pasa?
- Te debo pedir que no lo expliques para no reventar el misterio del único relato inédito del libro.
- ¡Serás gilipollas!
- Perdóname. Te invito a lo que estás tomando. Es un gintonic, ¿verdad? Tu bebida favorita.
- Es gintonic, pero mi bebida favorita es el vino.
- No, es el gintonic.
- Es el vino y punto.
- Está bien.
- ¿Y por qué has venido precisamente hoy a verme?
- Este es mi relato doscientos uno. Y me pareció que debía celebrarlo contigo, pronto hará tres años que te creé.
- Lo recuerdo. "La ciudad de los carritos de supermercado", ¿ahí es donde nací?
- Sí.
- ¿Y te inspiraste en alguien para darme vida? ¿Existe una Laura en carne y hueso que sea como yo?
- No exactamente. Eres un puzzle de personas reales, cómic y cine. No esperes que confiese mis influencias.
- ¿Y no hubiese sido más lógico que lo hubieses celebrado con tu primer personaje?
- ¿Ulises? No, con él celebro los aniversarios. Ya le tocará en abril. Ya no va en la bici, viaja en
 metro por culpa de la contaminación.
- Al final los coches le ganaron la partida.
- Los coches, las motos, las furgonetas. Sin embargo para la gente él es la amenaza.
- Pobre desgraciado.
- Sí

Me mira con cara de pena. Adivino lo que le ronda por la cabeza. El muy cabrón piensa que si Ulises está jodido yo aún estoy peor.

- Son tiempos difíciles para todos, Laura.
- ¿Para ti también?
- No tanto. Si olvidamos que no me lee casi nadie, por lo demás no me puedo quejar.
- Al menos te leerá la familia.
- De vez en cuando. Le dediqué un post a mi cuñado en su aniversario y con un poco de suerte lo leerá cuando vuelva a cumplir años.
- ¡Ja, ja, ja! ¡Un post reciclado!
- No están los tiempos para tirar las ideas. Me cuesta lo mío escribir la porquería que escribo.
- Si que eres duro contigo mismo.
- Creo que tengo que serlo. Yo debería ser el más crítico con mi trabajo.
- Seguro que lo eres.
- Mi mujer es peor. Pero eso es bueno.
- ¿Y si nadie te lee por qué escribes?
- Por muchas razones. Porque yo me leo. Porque me da la oportunidad de crear personajes maravillosos como tú, como Ulises, como el Cazador de Lágrimas. Porque me permite valorar a las personas buenas y denunciar a las personas malas. Porque puedo burlarme de las absurdidades de lo cotidiano. Porque me deja soñar y madurar esos sueños. Porque me ayuda a seguir el crecimiento de mi hija. Porque cuando pasa un tiempo me gusta leer las historias que escribí años atrás. Porque me gusta evolucionar...
- ¡Qué bonito!
- Ríete si quieres. No serías la primera, ya me han bautizado por ahí: literato, panfletero, ...
- ¿Y lo eres?
- Yo no hago daño a nadie, bueno quizás a los personajes reales que denuncio. A quien le guste lo que escribo que me lea, y a quien no le guste pues que no me lea, tampoco tengo problema en escuchar las críticas, luego ya analizaré si tienen una base o tan sólo son opiniones subjetivas. Lo que me jode es la gente que sin leer mis historias me critica.
- Deberías darles caña en tu blog.
- También sería abusar de mi poder.
- ¿Pero no te gustaría? ¿No te tienta?
- No, porque no lo van a leer.
- En eso tienes razón. No serviría de nada.
- Prefiero quedarme con mis pequeños éxitos.
- ¿A qué te refieres?
- El otro día mi madre descubrió que yo escribía. Le regalé el libro de La librería a la vuelta de la esquina, y empezó por mi relato. Yo pensaba que me diría que por qué perdía el tiempo escribiendo. Me llevé una gran alegría cuando vi la ilusión que le había hecho. Ha comenzado por mi relato y se lo está leyendo poco a poco. Cada día me pregunta cosas del cuento.
- Esto sí que es bonito. Mi madre, yo...
- Lo siento. Es culpa mía.
- Sí. Lo es.
- Algún día te haré justicia.
- ¿Cómo?
- Escribiré un libro sobre ti.
- ¿Y tendré un final feliz?
- Lo intentaré.
- Lo harás. Quiero un final feliz, si no para que quiero un libro.
- De acuerdo, tendrás un final feliz.
- ¿Me lo prometes?
- Lo prometo.
- Y algún día tu hija leerá mi historia.
- Y quién sabe, quizás ella continúe la saga y te convierta en una aventurera.
- ¡Sí, me encantaría viajar por todo el mundo!
- Laura la aventurera.
- Suena mejor que Laura la prostituta.
- No eres Laura la prostituta. Eres Laura.
- Tengo que irme. Se hace tarde.
- Adiós Laura. Cuídate.
- Adiós José Antonio. Cuídate y cuídame.

Le dejé sentado en aquella terraza, observándome mientras yo marchaba corriendo a pequeños saltos sobre mis tacones, resguardada dentro de mi abrigo, pensando que en breve volvería a mi asqueroso trabajo. Al menos me sentía más animada, él me había prometido un final feliz.

dijous, 21 de gener del 2016

Hacienda somos los tontos

Hola Maruja,

Te escribo esta carta porque me acabo de enterar de que te ha tocado pagar 23000 euros a Hacienda por cobrar 90 euros al mes, más o menos, durante un período que no llegó a dos años, y que por lo tanto te lucró en poco más de 1000 euros en total. Dices que lo hiciste por ayudar a tu pueblo, que ya estabas jubilada y el director de la Universidad Popular de Ossa de Montiel te pidió tu colaboración para impartir un par de horas de clases de manualidades a la semana por ese sueldo antes mencionado. Cuatro años después de impartir esas clases te encuentras con que Hacienda te ha cazado.

Pero ¿por qué te ha cazado? ¿Qué hiciste mal?

- En primer lugar, hiciste mal de trabajar. Cuando uno está jubilado o está en paro, es decir, cobra alguna subvención, no se le puede pasar por la cabeza buscarse un ingreso extra. Bueno, ingreso extra legalizado. En negro, o en B, como le dicen ahora las finas gentes (que de estas Bes parecen saber mucho), todo lo que quieras. ¿A quién se le ocurre consultar con Hacienda si se puede hacer este trabajo? Ellos te dirán que sí, por poder sí puedes, pero lo que no te dicen es que si cotizas de dos fuentes diferentes te van a dar la del pulpo. Estas cosas se cobran en efectivo, bien guardadito en un sobre y sin decir ni pío a nadie. De todos modos, no te autoflageles, mucha gente cayó en la misma trampa antes que tú, Sois presa fácil para el Fisco.

- En segundo lugar, te tenías que haber buscado un buen abogado. Sí, es verdad, son caros, pero seguro que no te hubiesen costado 23000 euros... o quizás sí. El caso es que de tener un buen abogado hubieses recurrido la multa y seguramente hubieses ganado. Eso sí, de no ganar hubieses pagado todavía más. Pero los buenos abogados tienen el culo pelado de salvar a verdaderos miserables de las garras del Fisco y seguro que te hubieses librado de los vampiros.

- El tercer error es no llamarte Doña Maruja de Borbón y Grecia. Con eso te hubiese salido el abogado del Estado gratis a proclamar a los cuatro vientos frases ingeniosas como : 

 El eslogan Hacienda somos todos es de “ámbito publicitario y no aplicable a derecho”.

Y con esto hubiese justificado que cobrases tus 90 euros mensuales a espaldas de Hacienda. Aunque mejor si en vez de esa mierdecilla de 90 euros se hubiese tratado ya de una suma que valiese la pena, algo así como 90.000 euros. Porque por 90 euros no vale la pena que la señora Dolores Ripoll meta la pata confesando una injusticia tan vergonzosa como quien dice que este invierno hace mucho calor. 


Así, tras todos estos errores, te encuentras que ya llevas un año en que Hacienda te quita directamente de tu pensión más de 600 euros mensuales, y aún te quedan un par de años más así. Y mientras tanto, la de sinvergüenzas que han robado mil o cien mil veces más de lo que cobrabas tú y que aún siguen sin devolver ni un euro, ni tampoco ver sus huesos entre rejas. Espero que al menos no votases en diciembra al ...¡No! ¿No jodas?  Buff.

Ahora en serio, espero que se les caiga la cara de vergüenza y revisen tu caso. Aunque es demasiada cara como para que se les caiga.


dilluns, 18 de gener del 2016

Triste Lunes


Mi mente, no, mi alma, suplicó a mi sentido de la responsabilidad cinco minutos más. Éste, que ya comienza a sentirse viejo y débil, se los concedió. Así pude enterrarme bajo el nórdico durante un breve lapsus de tiempo que, cuando abrí los ojos, fue de doce minutos, cuando yo hubiese jurado bajo tortura que no habrían llegado a los cinco pactados. Esta vez el sentido de la responsabilidad reaccionó maldiciéndose por su debilidad. El cuerpo quiso levantarse como un muelle, pero el intento se quedó en algo parecido a un blandiblú, suficiente para poner los pies en el suelo y levantarme. "¿Qué? ¿Hacemos treinta flexiones?" Lo que debería haber sido una orden se quedó en una pregunta a la que el alma respondió, desagradecida, "¡Y una mierda! Comenzamos mañana." Así empecé esta mañana de lunes, un nuevo día de trabajo ("y gracias, que dirían los padres"). Mientras desayunaba pensé en la crueldad de la vida: Cuanto más estés disfrutando de un ser amado, de un buen sueño, de un buen momento bajo el nórdico, de un partido de fútbol o de una comida, más probabilidades habrá de que algo o alguien te lo joda.
El caso es que fue salir de la cama y no dejar de pensar durante todo el día que me había equivocado, que mi sentido de la responsabilidad es gilipollas y que la próxima vez me quedo debajo del nórdico y de allí no me sacan ni los antidisturbios.
No os voy a contar todo lo malo de esta mañana: que si el dolor de garganta, que si el metro lleno hasta la cabina del conductor, que si el café me sabe a rayos por culpa de la mucosidad, que si la faena se me resiste, que si la mañana se me hace larguísima... Y a la hora de la comida comienzo a entenderlo todo cuando alguien comenta que hoy es el "Blue Monday".

- Pues ya me va bien porque me tenía que comprar un móvil nuevo. - apunto ingenuamente.

Entonces me dicen que no, que eso es el "Black Friday". El "Blue Monday" parece ser que viene de un cantamañanas que un día se sacó de la manga un cálculo que identificó el tercer lunes de enero como el día más deprimente del año. Desde entonces celebramos con gran apatía, que es como se merece, este "Triste Lunes".

Realmente yo me siento así, pero no creo que sea muy diferente de otros lunes de enero, o martes, o miércoles. Jueves y viernes ya son otra cosa, en eso creo que muchos estaremos de acuerdo. Así que después de la pausa para comer, sigo con mi rutinaria tarde laboral en una oficina con la calefacción exageradamente alta. Me paso media tarde pensando en la opción de comerme, al salir del trabajo, un chucho de crema en una panadería cercana donde los hacen buenísimos. Esa idea me ayuda a seguir hasta la hora de salir, aunque sé que al final no me lo comeré para evitar problemas de conciencia, otra vez mi sentido de la responsabilidad al rescate.
Por fin llega la hora de salir por patas. Me despido de los compañeros y me encuentro con que Julio, el brasileño, me da la mano. Me quedo parado delante de él, mirándole a los ojos con cara de sorpresa. "Me han despedido" me dice. Acababa de llegar de vacaciones y el primer día lo han echado. Le deseo buena suerte de corazón y me largo pensando que el chucho ahora ya no es un capricho si no una necesidad para olvidar el puto blue monday. Y al sentido de la responsabilidad que le den mucho por ahí. 

divendres, 15 de gener del 2016

La guadaña de Aaron

Vagaba por un laberinto de callejones oscuros en una noche de luna escarlata. El silencio era tal que ni tan solo alcanzaba a escuchar el sonido de mis pasos sobre los charcos de aguas putrefactas que cubrían aquel suelo infecto. Era consciente de que me encontraba en medio de una pesadilla que no podía controlar. No me importaba, ni siquiera me preocupaba sentir de vez en cuando el contacto entre mis piernas de alguna rata perdida. Solo deseaba encontrar el objetivo de toda aquella aventura delirante: la puerta dorada.
Al final la encontré. Era inmensa, el doble de alta que yo y diez veces más ancha. En el medio, resaltando sobre la superficie dorada, había una inmensa cabeza de dragón más negra que el futuro de la humanidad. Agarré el picaporte con ambas manos, su tacto era frío como los dedos de la Muerte. Lo golpeé contra la puerta y seguí sin escuchar ningún sonido, a pesar de sentir una vibración tan potente que reverberó en todo mi cuerpo, desde las manos hasta el corazón.
La puerta comenzó a abrirse. Un torrente de gritos, risas y llantos inundaron de repente mis oídos, que a punto estuvieron de reventar. No alcancé a ver al sujeto que abría la puerta. Entré. Delante mío había un pasillo enmoquetado, infinito, a los lados puertas y puertas cerradas que jamás acababan. Del interior de aquellas puertas surgían los sonidos que atormentaban mi mente.
No sé por qué escogí aquella habitación, quizás el número me pareció exótico, 666.
Abrí la puerta sin avisar. Sabía que me esperaban. Dentro, sentada en un sofá, una señora de unos sesenta años, en bata gris y con rulos en la cabeza, miraba la tele atentamente. Sus ojos color naranja helaron mi sangre. No pareció percibir mi presencia o eso pensaba yo. Esperé unos minutos sin atreverme a molestarle, hasta que de pronto cogió el mando y cambió de canal. Oí mi nombre saliendo de la caja tonta. Miré y allí estaba yo, vestido elegantemente, sonriendo y charlando con unas bellezas que me devoraban con sus miradas.

- ¿Te gusta? - me preguntó la mujer. Ahora me miraba fijamente con sus ojos color naranja fuego - ¿O quizás prefieras esto?

Volvió a cambiar de canal. Aparecía en un trono, y hasta donde llegaba la imagen del televisor las gentes se arrodillaban ante mí.

- No sé. Quizás seas demasiado joven para ser emperador. Puede que te gusta más esto.

Ahora en el televisor me veía en lo alto de un escenario, alzando un brazo hacia la multitud, mientras miles de gargantas coreaban mi nombre. Algo debió ver la mujer en mi rostro porque sonrió satisfecha, a sabiendas de que había acertado.

- ¿Qué quieres a cambio? - quise preguntar, aunque las palabras se ahogaron dentro de mi cabeza.
- Lo típico. Tu alma cuando mueras.
- ¿Cuándo?
- No te lo puedo decir. Eso es cosa de Aaron.
- ¿Quién es Aaron?
- El cobrador de la guadaña. El que segará tu alma cuando llegue el momento. Él decide cuando ha llegado el momento de pagar.

No lo dudé un instante. Sabía que debía aceptar el trato si alguna vez quería ser alguien famoso. Sin saber de dónde ni cómo, en las manos de la mujer aparecieron un bolígrafo Bic y un folio de papel impreso con tinta roja. Lo leí aunque ya imaginaba lo que en aquel contrato indicaba. La letra pequeña era completamente ininteligible, no perdí el tiempo preguntando pues estaba seguro de que no me gustaría saber lo que ponía. Me decepcionó lo del bolígrafo, ¿dónde había quedado la pluma empapada en sangre? Firmé... y me desperté.

Esa misma semana, como por arte de magia, la fortuna comenzó a sonreírme. En menos de un mes conseguí ser famoso. Mi sueño se había cumplido. Sólo faltaba esperar que la pesadilla también se cumpliese. Vivía obsesionado pensando que el tal Aaron aparecería un día cualquiera de la nada y vaciaría un cargador entero en mi cabeza. Sin embargo nada sucedía, y el tal Aaron no aparecía, para mi alivio.
Pero un día descubrí algo que me heló la sangre. Leyendo un diario vi la foto de un jugador de fútbol. El titular de la noticia era el siguiente: "De nuevo se cumple la maldición de Ramsey". Seguí leyendo, "Esta semana, otra vez tras marcar un gol el jugador galés Aaron Ramsey, ha fallecido un famoso. En este caso se trata del actor..." . No necesitaba seguir leyendo. Ya sabía quién era Aaron. Desde entonces no me pierdo ninguno de los partidos que juega, apostando siempre a que no marcará gol. Si gano, gano dos veces. Si pierdo, no me importará tanto mientras pueda conservar el alma.

divendres, 8 de gener del 2016

L'home tranquil

L'home tranquil gairebé mai perd els nervis. Demostra una paciència a prova de bombes. Alguns diran que aquesta tranquil·litat és un defecte, que l'home tranquil té sort de viure en un món civilitzat i que en un entorn més ferotge no duraria ni un telediari. El menysprearan dient que quan ell va la resta del món ja torna, que no té esperit competitiu i que mai arribarà enlloc.
Però els que el coneixem de debò sabem que l'home tranquil és un savi, un supervivent que no malgasta energies en demostrar la seva força, la seva intel·ligència o la seva traça. Ell mai va voler ser el primer de la classe, simplement va voler gaudir de la classe. I això és el que el fa únic.
L'home tranquil mai va voler guanyar medalles, ell es conformava de passar una bona estona competint. Mai va buscar reconeixement i no li va importar ajudar des d'un segon pla, sense buscar protagonisme davant dels focus. És l'essència de la humilitat, i aquesta falta de vanitat, d'egoisme, serà malentesa per molts que pensen que aquest món és dels triomfadors i que ell no és cap guanyador. Tot el contrari, aquests ignorants desconeixen que a ell li encanta competir pel plaer de competir, no pas per la necessitat de guanyar.
Ell és en Clark Kent, en Watson, l'Andrés Iniesta o la cara oculta de la lluna. És el company que tots voldríem tenir en un viatge al voltant del món, malgrat que sembli despistat i poc destre. Ell ens aportarà una cosa més important encara: l'amistat desinteressada.
Avui, aprofitant que l'home tranquil compleix cinquanta set anys vull fer-li un homenatge. Com a cunyat, com a germà, com a gran amic.
Haig de reconèixer que quan aquest home va entrar a la meva vida jo li era hostil, perquè em robava la meva germana. Jo era un nen de cinc anys, és fàcil d'entendre el meu comportament. Però no va trigar a guanyar-se el meu cor sense cap arma més que la seva naturalitat. La seva ànima infantil li va apropar a mi. He fet una llista de coses en les quals aquest home ha estat especial per a mi, segur que m'he oblidat unes quantes però es que gairebé són innumerables en més de trenta-cinc anys junts:

- La meva primera pel·lícula al cinema. Bambi? No, Jesús de Nazaret (eren altres temps)
- El millor Nadal de la meva infantesa quan l'home tranquil ens va portar el seu escalèxtric la nit de Nadal a casa dels meus pares per a jugar tots junts.
- El meu primer partit del Barça, que va ser el darrer partit de Maradona amb la samarreta del Barça al Camp Nou.
- Aquells partits de l'Hospi de Cristo, Rengel i Golobart a tercera i segona B.
- Quan anava a la seva casa a jugar amb el tren elèctric i l'escalèxtric que guardava de quan ell era un nen.
- Les nits de pelis de video: Superman, Clint Eastwood, Bud Spencer...
- Aquells partits a la platja de Castefa, amb bocata de calamars inclòs (perdona aquell dia que gairebé et trenco la tíbia)
- El dia que vaig trucar-li a ell per a què em portés a urgències quan vaig patir l'apendicitis.
- Les sortides en bici per la ciutat, pel Tibidabo, a Sitges, per l'Horta de Sant Joan, per la Cerdanya, per Navarra...

- I el més important de tot el que m'has aportat en aquesta vida: la Mireia, l'Albert, el Nil i aviat el Bru.

Per tot això, per ser molt més que un cunyat, fins i tot molt més que un germà, el millor amic possible... Moltes gràcies Jordi i moltes felicitats home tranquil.

Tito Livio

dimarts, 5 de gener del 2016

Vinieron de Oriente

Los zapatos alineados. A su lado un plato lleno de dulces y tres copas con agua. Es la hora de los sueños para los niños que se han ido pronto a dormir esta noche. Ha sido una tarde de mucha excitación para ellos, recogiendo los caramelos que les lanzaban desde las carrozas que, algunos dicen, están subvencionadas por el gremio de odontólogos. Pronto aparecerán los verdaderos protagonistas, los que se deslizan mágicamente casa por casa dejando los regalos a todas las familias, o a casi todas. 

¿Pronto? Puede que esta vez no sea así.
¿Y si al pasar por alguna ciudad siria los tres ancianos perdieron sus camellos en un bombardeo?
¿Y si llegaron cansados y desesperados a una playa turca en el Egeo, huyendo del terror de la guerra?
¿Y si al cruzar el mar en una patera ésta se hundió y murieron sus tres pajes?
¿Y si al intentar cruzar la frontera de Serbia los soldados no dejaron pasar a aquellos tres ancianos indocumentados?
¿Y si no consiguieron sobrevivir a la lluvia y al frío en aquel campamento de refugiados donde miles de personas se hacinan sin las mínimas condiciones de higiene?

Bueno, en ese caso, si todas estas preguntas tienen la peor de las respuestas, tampoco hemos de preocuparnos; no serían los primeros protagonistas de las navidades sacrificados por culpa de la crueldad humana, que se lo digan a Jesús.  Y además, siempre nos quedará ir a comprar nosotros los regalos y simular que nunca sucedió tal tragedia. Al fin y al cabo, los adultos somos tan fáciles de engañar como los niños.

Pero esperemos que no se cumpla y que los reyes sigan haciendo realidad los sueños de niños y mayores.

dissabte, 2 de gener del 2016

Año nuevo

Lo primero que hice esta mañana, uno de enero, fue ir a buscar a mi pequeña. La saqué de su cama y me la llevé en brazos a la nuestra. ¡Qué mejor comienzo para un nuevo año que desperezarnos los tres juntos en la cama!
Si no queréis complicaros la vida, no paséis por la balanza, en caso contrario seguir mi ejemplo. Después de esa experiencia entenderéis lo que hice yo a continuación: un desayuno frugal y vestirme para salir a realizar un entrenamiento "suave". Apuntad: dos vasos de agua en ayuno, una cucharada de miel con jalea, un vaso de leche con Nesquik. Eso es un desayuno frugal para mí. Entrenamiento suave son cuatro kilómetros de trote cochinero por el barrio, dejándome el higadillo y resoplando como un búfalo en celo. Sí, la vida del fofisano es dura. Después de unos breves estiramientos y subir seis pisos de escaleras, dejé para otro día las flexiones.
Al menos conseguí cumplir mis primeros objetivos del año nuevo. Tras este comienzo espartano, decidí relajarme un poco con una ducha caliente y rapiñando unos barquillos de chocolate que sobraron de la cena de Nochevieja. Mejor olvidad eso de los barquillos, no vayáis a pensar que por una necesidad vital de azúcar tras mi esfuerzo titánico había tirado a la basura todo el trabajo realizado. Realmente eso sucedió una hora más tarde, en la comida de Año Nuevo, después de caminar tres kilómetros más para llegar a casa de los suegros. Vermut, canelones y una abundante fuente de turrones, una tentación demasiado grande como para negarse a despedir los excesos navideños como es debido.
No hubo tiempo para arrepentimientos, estuve muy ocupado viendo por enésima vez Titanic, esta vez con mi hija, que durmió las primeras dos horas y luego, ya despierta, vivió con gran interés el desenlace de la película, aunque sin derramar ninguna lágrima al ver sumergirse en las aguas del Atlántico el cadáver del bueno de Jack Dawson, tal y como hice yo la primera vez que vi la película. Aún no ha desarrollado su vena sensible del todo.
Ya de noche regresamos a casa, con una breve parada en la iglesia de Sant Pacià. Nunca había entrado, es preciosa. Tras admirar el pesebre del altar, escuchar un poco la misa cantada y poner un cirio a petición de Laia, seguimos el camino a casa. Las calles estaban prácticamente vacías, típica tarde de Año Nuevo.
Por fin en el hogar, la tarea cotidiana de bañar la niña, cenar y ver alguna película, en este caso dos: El imperio contrataca y Strange Magic. Ambas a petición de Laia, que después de una siesta de dos horas, no se duerme ni jarta de vino, no es que lo hayamos probado, claro, pero seguro que así sería.
Para no dormirme me he puesto a escribir, para que el que quiera curiosear un poco sepa cómo he pasado mi primer día del 2016.
Mañana seguiremos con el plan de año nuevo vida nueva. A ver si consigo superar las tentaciones, esta vez.

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