dimecres, 8 de febrer del 2012

La gran nevada

Alberto se puso la ropa de abrigo. La televisión lo había dejado muy claro: "Se esperan fuertes nevadas en cota cero, las temperaturas más bajas de lo que llevamos de siglo. Las autoridades recomiendan a la población no salir de casa ni para pasear al perro". Como suele suceder en estos casos, la recomendación de las autoridades fue considerada por la población como una provocación a hacer justamente lo contrario, así que todo el mundo salió a ver nevar. Nadie se quería perder la oportunidad de participar de aquel momento histórico; "sí, yo estuve en medio de la gran tormenta de nieve del 2012", podrían decir, y acompañar la frase de unas fotos, demostración irrefutable para hijos, nietos o biznietos.
Alberto salió a la calle, aguantando la cámara fotográfica torpemente, por culpa de los guantes de grosor considerable. Hacía sol, pero no podía durar mucho, todos los mapas de predicción meteorológica apuntaban a una gran precipitación de nieve al nivel del mar. Mientras Alberto paseaba por la ciudad, mirando hacia aquel cielo despejado, a punto estuvo de tropezarse con otros transeuntes vestidos como esquimales, pero que en vez de arpón para cazar leones marinos, iban armados de canons y nikons de objetivos de gran alcance. Estos también miraban hacia el cielo, algunos con la duda dibujada en sus caras.

Pasaron las horas, y sí, hacía más frío, mucho más frío, en eso habían acertado los partes meteorológicos. Pero de nieve, lo que se dice nieve, ni un puñetero copo. Alberto volvió a su casa ya de noche, con la cámara enfundada, fría como el ambiente. Ni un solo disparo en todo el día, ni una sola imagen a inmortalizar. La alerta roja había pasado, pero no se descartaba que en los próximos días volviera a nevar. Porque la nieve nos había visitado, pero de una forma completamente desigual a lo largo y ancho de todo el territorio. Alberto no podía soportar más, se fue a la cama sin cenar, tan triste que no tardó en dormirse. Durmió tanto tiempo, que cuando se despertó ya había desaparecido el rastro de la nieve que copiosa y silenciosamente había caido durante toda la noche.

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