diumenge, 27 de desembre del 2009

Las uvas

Frente a mí tenía las malditas uvas: una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once y doce. Doce uvas, para comérmelas en doce segundos, y con mi dentadura postiza. Hay que ser mal nacido para ingeniar una tradición que te obliga a atragantarte nada más empezar el año. Mientras el resto de mi familia ha cogido la manía de comer uvas peladas y sin pepitas, yo sigo encabronado en comerme las uvas tal cual, como he hecho toda la vida.
Con el paso del tiempo, yo mismo me he creado mi propia tradición alrededor de las doce uvas. En vez de pensar en doce deseos decidí pensar en hechos importantes de mi pasado. Siempre he considerado que para seguir adelante es bueno echar una mirada hacia atrás que nos sitúe en el camino de la vida. Así, mientras engullo cada uva, evoco algún hecho pasado que considero digno de recordar.

- ¡Los cuartos, los cuartos!

Este es mi nieto, David, emocionado como un niño aunque ya tiene veinte años. El pobre creo que nunca madurará.

Por la televisión, el presentador nos informa que ya están sonando los cuartos, mientras David no deja de gritar “¿Lo veis?, ¿Lo veis?”. Está comenzando a tocarme las narices.
Como marca la tradición, el presentador no se entera del momento en que dejan de sonar los cuartos para empezar a sonar las doce campanadas. Menos mal que David nos informa a grito pelado:

- “¡Que empiezan ya!, ¡atención!”

- ¡Tooooong! – Pienso en el día en que conocí a mi mujer, bailando en las fiestas de su pueblo. Ella siempre recordaba que en el mismo momento que me miró a los ojos supo que yo iba a ser su marido.

- ¡Tooooong! – La primera vez que me acosté con ella. La verdad es que ese día la cosa fue un desastre, ambos éramos un manojo de nervios, pero recuerdo ese momento con mucho cariño.

- ¡Tooooong! – El día de mi boda. No fue nada especial pero me ilusionó ver tantos amigos a nuestro alrededor. Intentamos que no tuviera que venir nadie que no quisiera venir. Así que los que nos juntamos éramos gente que nos lo queríamos pasar bien.

 - ¡Tooooong! – La primera vez que me acosté con una mujer, unos años antes de conocer a mi mujer. ¡Qué mal me porté con ella!, en verdad sólo me interesaba el sexo, mientras ella estaba realmente enamorada de mí. Menos mal que el destino nos purga haciéndonos víctimas de nuestros propios pecados.

- ¡Tooooong! – El día que marché a la mili. Durante todo ese día me sentí acobardado y asustado, sin saber dónde cojones me llevaban esos cabrones de uniforme. Vaya año de mierda perdido por el capricho de unos cuantos hijos de puta que, cuando les tocaba a sus hijos ir a filas, hacían todas las trampas posibles para que la evitaran o para que les tocara en el mejor puesto posible.

- ¡Tooooong! – El día que nació Joaquín, mi primer hijo.

- ¡Tooooong! – La primera vez que engañé a mi mujer, unos cuantos años después de casarme con ella, cuando el amor ya no era más que una flor marchita y el silencio convivía entre nosotros. Como cuando lo probé por primera vez, mi única obsesión era el sexo, no buscaba reemplazar el amor, nunca dejé de amar a María.

- ¡Tooooong! – El día que María murió. Ese día sentí una mezcla agridulce de dolor, soledad y alivio por su descanso tras una larga enfermedad en la que el amor latente volvió a resurgir con fuerza entre nosotros. En los momentos más extremos se nos muestran las emociones a flor de piel.

- ¡Tooooong! – El día que….¡mierda!, se me ha atragantado la maldita uva.

- Arg! Arg!

- ¡Tooooong! – no me jodas, me ahogo, esto es ridículo.

- Aaaarg!

- ¡Feliz año nuevo!

- ¡Feliz año nuevo!

- Abuelo, ¿qué te pasa?, ¡el abuelo está ahogándose!, ¡qué alguien haga algo!

- Ha perdido la conciencia…creo que no tiene pulso...

diumenge, 20 de desembre del 2009

Nochebuena

Esa mañana del 24 de diciembre, Alicia se sentía con muchas ganas de vivir la navidad, así que vistió a su niño con unas cuantas capas de ropa, lo puso en el cochecito y salió a comprar los últimos regalos para esa noche. Eran las primeras navidades que Hugo iba a vivir conscientemente, con casi dos añitos y medio, y su madre tenía muchas ganas que llegase la hora de los regalos para poder ver a su hijo agitándose de alegría. Era un día espléndido, frío y soleado, de los que animan a caminar por las calles del centro de Barcelona. Su marido, Xavi, trabajaba esa mañana y hasta el mediodía no estarían los tres reunidos.
Alicia se acercó al Mercat de la Boqueria y allí comenzó a dar vueltas entre las diferentes paradas. En una de ellas se encontró con una mujer de unos sesenta años, muy amable, que le regaló un par de mandarinas a su hijito Hugo. Alicia no vió nada excepcional, sólo una señora mayor con un gesto tierno hacia su niño, pero, sin embargo, Hugo veía más: él veía un aura diferente en esa mujer, un aura como el que él veía siempre que su mamá le ponía delante de un espejo.
Más adelante, los dos pasan delante de una parada de compra-venta de libros usados, el dueño de la misma ve pasar a madre e hijo y les hace un comentario:
¡Vaya, vaya!, no sé si es más guapo el churumbel o la mamá. ¡Qué suerte tiene el padre!


Alicia mira al hombre y responde con un gracias de compromiso, mientras piensa en el mal rollo que le da ese individuo, sin saber por qué. Pero Hugo ve más allá, y también puede observar el aura diferente de este hombre: un aura negra, siniestra, diferente al dorado suyo. Un temblor recorre la espina dorsal del niño, que en ningún momento llega a llorar.
El hombre se queda pensativo, con una media sonrisa dibujada en su boca, una mueca que a cualquiera le hubiese parecido un gesto amable, pero sin embargo, un pensamiento malvado cruza su mente.


Alicia sale del recinto del mercado y sigue paseando por el centro de Barcelona. En breve se encontrarán con Xavi, y los tres juntos irán a hacer los últimos preparativos para la nochebuena, sin saber que las fuerzas del universo les están observando constantemente.

dimarts, 15 de desembre del 2009

¿Superman?

Aquí estoy, en la cafetería de la estación central de Metropolis. Sentado en la
barra del establecimiento, no dejo de darle vueltas con la cucharilla a mi
capuchino, mientras mentalmente también le doy vueltas al momento vivido
un par de horas antes:
Esta tarde, oculto bajo mi humana identidad de Clark Kent, observaba atónito
como unos malhechores secuestraban a un joven, de unos quince años, y se lo
llevaban a toda pastilla en un coche, a plena luz del sol, en una avenida
repleta de gente. Tras perder medio minuto en buscar una cabina y mudar mi
ropa para transformarme en Superman, he alzado el vuelo para poder
detectar el coche de los rufianes con mi supervista. No he tardado ni un
minuto en dar con ellos. Entonces me he precipitado sobre el vehículo y los he
frenado tensando al máximo mis supermúsculos. Uno por uno les he ido
propinando unos buenos puñetazos hasta que todos han dado con sus huesos
en el suelo. Ha sido entonces cuando el chico ha salido del coche, abnegado
en lágrimas.
- No te preocupes chico. Estos malandrines ya no te harán daño.
- Gracias Superman. Eres mi heroe.
En ese momento, el chico se ha abalanzado sobre mí y me ha abrazado. He
imaginado que el pobrecillo seguía en shock y le he devuelto el abrazo para
tranquilizarle y reconfortar su ánimo. En ese momento, él ha acercado su
boca a la mía...y me ha besado en los labios. No entiendo que me ha pasado
pues no he podido despegarme de su boca, ni siquiera lo he intentado. Mi
cerebro ha intentado luchar contra mi voluntad, pero el esfuerzo ha sido
inútil. He abierto mi boca para permitir que su lengua se encontrara con la
mía, he notado su respiración entrecortada...o quizás era la mía, o quizás
ambos, pues por unos segundos que me han parecido una eternidad, nuestros
cuerpos han sido uno. La sensación de notar su lengua jugueteando en mi
paladar, el gusto de su aliento juvenil, sus labios humedos contra los
míos...Por suerte, las sirenas de la policía que se acercaba me han forzado a
usar toda mi superfuerza para separarme de ese chico. Nos hemos quedado
mirándonos fijamente, en silencio, mientras la policía salía corriendo de los
coches. Sus ojos verdes expresaban admiración, ilusión…..deseo, y en sus
labios, aquellos que un momento antes habían destrozado los fundamentos de
mi razón, se dibujaba una sonrisa angelical de complicidad.
Ese gesto ha movido los engranajes de mi cerebro, y de repente he
comenzado a pensar en todo aquello que sustenta mi lógica: la senda cristiana
y conservadora que había aprendido de mis padres adoptivos, el amor por mi
patria, estandarte de este mundo civilizado que he jurado defender con mi
vida. Hasta ese momento, siempre había tenido muy claro lo que estaba bien
y lo que estaba mal. Y en un abrir y cerrar de ojos, esa división se había
derrumbado por la fuerza de los labios de un joven quinceañero de ojos
verdes y sonrisa agradable.
Y ha sido aquí donde me he dicho “¡Qué demonios!, no voy a dejar que otros
dirijan mi camino”, y sin pensármelo ni un segundo más, le he metido un superpuñetazo al chaval que casi le arranca la mandíbula. Me he dado la
vuelta y me he marchado sin mirar atrás…evitando mostrar la erección que se
marcaba en mi superpaquete.
Ahora estoy aquí, en esta cafetería, dándole vueltas a mi capuchino frío,
mientras pienso en esa escena, y una sonrisa me viene a los labios. Quizás
debería ir al lavabo, dar rienda suelta a mi imaginación, y a partir de ahí
olvidarme de este asunto. Al fin y al cabo, Superman no se puede permitir
dudar de su sexualidad.

dijous, 10 de desembre del 2009

El vagabundo

Esa tarde había cogido el metro. Debía cruzarme toda la linea 1 y el camino en moto era demasiado largo por lo que me decidí por volver a mis orígenes,  a veces no queda más remedio que juntarse con la plebe, como dirían algunos, bueno, la mayoría de usuarios urbanos de motocicleta y turismo.
Desconfiadamente miraba a un lado y a otro, intentando adivinar quién sería el ratero de turno que intentaría birlarme la cartera o el móvil, y también atento a cualquier estornudo que me pudiera identificar alguna fuente de contagios. Poco a poco me fui relajando, llegando al punto de sentarme cuando llevaba unas pocas paradas de trayecto. Pero nada más sentarme, la señorita del asiento vecino se levantó y, al abrirse las puertas en la siguiente estación, un individuo de mediana edad con malas pintas se sentó a mi lado. Yo no sabía que hacer, si me levantaba, el individuo podía sentirse ofendido y me montaría un escándalo, y si no me levantaba, podía ser la víctima de algún engaño por su parte. Mi nerviosismo iba en aumento al observar de reojo que el hombre me miraba fijamente, de una forma groseramente descarada. De pronto me preguntó:
- ¿Se encuentra usted bien?
- Perfectamente, gracias.
- Se le ve nervioso. Espero que no le moleste mi presencia.
- No, tranquilo.
- Es que parece que le moleste, pero no sé por qué le iba a molestar. Tengo tanto derecho como cualquiera a coger el metro. Quizás pueda pensar que no he pagado mi billete.
- No, no, en absoluto.
- ¿Coge usted mucho el metro?
- No, tengo vehículo propio.
- Ya veo. Se nota que no está acostumbrado a relacionarse con según que gente.
- Yo no he dicho eso.
- Pero lo ha pensado. Seguro que también piensa que yo soy un borracho pordiosero que no tiene dónde caerse muerto. ¿Verdad?
- ¡Por supuesto que no!
- Pues, ¿sabe qué?, aquí donde me ve, yo hace cinco años tenía una vida como la suya. Cada día iba a mi trabajo bien remunerado, con corbata y americana, con el objetivo de crecer en la empresa para  llegar a la cima. Hasta que un día comprendí algo.
- ¿El qué?
- ¿el qué qué?
- ¿Qué comprendió?
- Ah….pues que no había cima. Que a lo máximo que podía aspirar era a entrar en un bucle de chupar pollas y clavar puñales por la espalda, sin dar la espalda a nadie para que no me los clavasen a mí. De repente, ese día, comencé a sentirme desmotivado por la competición laboral, y a partir de ese momento mi vida comenzó a ir a la deriva, desorientado por la falta de objetivos materiales.
- ¿Quiere decir que todo esto le sucedió de repente?
- Bueno, no exactamente. En realidad el proceso fue una especie de degeneración progresiva del sentimiento de responsabilidad. Vamos, que día tras día, mi apatía hacia el trabajo crecía, por mucho que intentara animarme a mí mismo fingiendo que podía volver al círculo, que, al fin y al cabo, el trabajo era el medio para pagar mis facturas y mis caprichos, y eso ya era suficiente motivación. Hasta que un dia me sonó el despertador y me lo quedé mirando, tumbado en la cama, sin ni siquiera hacer el esfuerzo de apagarlo. Mi cuerpo no reaccionaba a ningún estímulo. Me di cuenta que prefería vivir en la miseria, pero libre, a mantenerme toda la vida atado a un servilismo anónimo, en el que ni siquiera conoces la cara de la persona que decide tu futuro. Supongo que en todo esto tuvo mucho que ver que no estaba ligado a ninguna otra persona, eso me facilitó el poder tomar una decisión radical. Desde entonces ya no he vuelto a aquella maldita oficina; desconecté los teléfonos para que nadie me agobiara con las típicas preguntas vomitivas. Tras continuar una semana tirado en la cama sin saber qué hacer, me levanté una mañana, fui al banco a sacar todos mis ahorros y me fui con lo puesto a dar una vuelta por el mundo. Desde entonces no tengo coche, no tengo ordenador, no tengo móvil, no veo la tele. La única música que escucho es la que puedo oír gratis, de los músicos callejeros, en las tiendas, en los bares. Me alimento de la comida en buen estado que la gente desprecia, aprovecho las ropas y otras cosas que otros tiran porque ya no les sirve, porque han comprado algo mejor. A cambio, nadie me dice lo que tengo que hacer, puedo ir a donde yo quiera, y no tengo prisas. Siempre voy andando a los sitios a menos que me apetezca dar una vuelta en metro o en autobús, como es el caso de hoy.

En ese momento, el metro llegó a una parada en la que entraron en el vagón cuatro chicos de indumentaria neofascista, que rápidamente clavaron sus ojos en mi vecino de asiento. Uno de ellos le dijo:

- ¡Eh, pordiosero!, ¿estás molestando a este hombre?

El hombre se lo quedó mirando pensativo, mientras yo balbuceaba:
- ¡No pasa nada, todo está bien!
- ¡Ahora mismo te vas a levantar y te bajas del metro en la próxima estación!. No queremos que apestes nuestro vagón.

El hombre siguió sentado, mirando al skin con aire de no comprender nada. El skin siguió su acoso:
- Además de sucio, subnormal. Como no te levantes te voy a romper la cabeza, gilipollas.

El vagabundo le siguió mirando, con sus ojos catatónicos, hasta que el skin amagó un tortazo, y sus ojos pestañearon. En ese momento el convoy llegaba a la siguiente estación.
El vagabundo se levantó ante la atenta mirada triunfal de los skins.

Salió del convoy recibiendo algún que otro empujón y un par de collejas de los valientes chicos, que podían haber sido sus hijos, de haber fornicado veinte años antes con la ramera del Diablo, claro.

Justo un momento antes de cerrarse las puertas se giró hacia los pelaos, y en un rápido movimento sacó algo de uno de los bolsillos de su gabardina marrón y  lo lanzó hacia el vagón. Una bola de acero, algo más grande que una canica, se estrelló contra la frente del skin que había acosado al hombre. El joven cayó al suelo aturdido, mientras sus amigos se lo quedaban mirando con la boca abierta. El hombre aún tuvo tiempo de dedicarles un monumental corte de mangas a los cuatro tipejos mientras las puertas se cerraban y el convoy comenzaba a moverse. Tan alelados se quedaron que ni siquiera pensaron en tirar de la manilla de emergencia para detener el metro y que se abrieran las puertas.

En esos momentos me prometí que nunca más volvería a coger el metro.

divendres, 27 de novembre del 2009

La Encrucijada / Cross Roads Blues

Mi nombre era Robert Dodds, 
ahora me llamo Robert Johnson.


I went down to the crossroads, fell down on my knees.
Asked the lord above for mercy, save me if you please. 


Durante años pensé que mi padre era alguien que realmente nunca fue. 
Ahora sé que mi padre era alguien que pasaba por allí, 
nada más. 
Llevo la sangre y el apellido de un desconocido.


I went down to the crossroads, tried to flag a ride.
Nobody seemed to know me, everybody passed me by. 


Mi amor murió al dar a luz, con ella también perdí a mi hija. 
No podía quedarme en Robisonnville, debía marchar. 
Todos decían que era muy bueno con la harmónica 
pero que no tenía ni idea con la guitarra. 
Cogí mi vieja Gibson y, sin más, 
me fuí a buscar la inspiración. 


Im going down to rosedale, take my rider by my side.
You can still barrelhouse, baby, on the riverside. 


Pero la inspiración tiene un precio,
yo lo pagué en la encrucijada entre la 49 y la 61. 
Todos creen que allí hice un pacto con el Diablo, 
esa será mi historia. 
Pero realmente, lo único que pasó, 
es que allí me di cuenta que no había vuelta atrás, 
que a partir de ese momento sólo viviría para la música, 
y que no volvería a pasar por allí hasta que 
no tocase mi Gibson como el mismísimo Lucifer. 
Ese fue mi pacto: sólo amaré el blues.


You can run, you can run, tell my friend-boy Willie Brown.
And Im standing at the crossroads, believe Im sinking down. 


Cada noche duermo con una mujer diferente, 
de la que no recuerdo nada 
pues siempre estoy borracho. 
Solo yo y mi guitarra, 
ese fue el pacto,
no dejar de tocar blues
 hasta que mi sangre corra por las cuerdas. 
Sé que algún día este trato me llevará a la tumba, 
no se puede vivir con reglas tan sencillas, 
a los demás no les gusta. 
No sé puede ser un nómada cuando a nadie le gusta los imprevistos. 
No sé puede ser diferente cuando todos tienen miedo. 
Ese será mi final, y en mi tumba pondrán:  
¡Descanse en el Blues! 

dilluns, 23 de novembre del 2009

El niño y el cura (parte 2 de 2)

(Viene de: El niño y el cura - parte 1)



El cura habla con una voz muy grave y clara; la voz de alguien entrenado para hablar en público; una voz que podría hipnotizar a las masas. Él es alto y flaco, muy pálido, con los ojos de un azul intenso y una dentadura completa y blanca. Su cara está llena de arrugas, sus cabellos son blancos, es anciano pero, por su voz y sus movimientos, parece estar en muy buena forma.
- Sí, señor, me llamo Anesti.
- ¡Qué bonito nombre!, ¿sabías que en griego significa “resucitado”?. Yo soy un súbdito del Señor que viene de un sitio muy lejano, solamente para verte a ti. Me han dicho que eres un niño muy listo, pero que nunca has sido bautizado. ¿Es así?
- ¿Qué significa bautizado?
- Es el acto cristiano mediante el cual eres introducido en la fé de Dios y perdonado del pecado original. ¿Sabes que si murieras hoy, en tu estado, irías al infierno de cabeza?
- ¿Por qué?, pregunta el muchacho
- pues porque los padres de todos nosotros, Adán y Eva, pecaron cuando cayeron en la tentación de la serpiente.
- Pero si yo ni siquiera conozco quienes son esas personas, ¿por qué me culpan a mi de sus pecados?
- Nadie te culpa del pecado original, tan sólo, que es un estigma que los hombres llevamos cuando nacemos, por eso nuestro nacimiento es pecaminoso.
- No entiendo que significa eso.
- Pues que nacemos de un acto sexual. Así como el Diablo tentó a Eva con su manzana, todas las mujeres desde ella, tratan constantemente de seducirnos con sus cuerpos para hacernos caer en el pecado carnal. Cuando el hombre cae seducido por los hechizos de la mujer, ayudada por el Diablo, que susurra al oido de los hombres, se produce la unión carnal, el aborrecible acto sexual, el cual es el origen de todos nosotros. Por eso, todos nacemos en pecado, porque somos el resultado del pecado. Si no nos bautizamos nunca nos libraremos del pecado original.
- Pero sigo sin entenderlo. Si mis padres pecaron…¿qué culpa tengo yo?
- Bueno, el Señor, en su benevolencia, cuando un recién nacido no bautizado muere, lo envía al limbo, pues aunque no puede acceder al cielo, al estar marcado por el pecado de sus padres, al menos no lo envía al infierno, donde sería eternamente castigado por el fuego a causa de un pecado que no es suyo.
- Pero no es justo..
- ¿Cómo que no es justo?, es la Ley de Dios.
- ¿ Y a quién le ha dicho dios esta ley?
- A los pastores de la Santa Iglesia Católica Apostólica. Nuestros obispos y a su santidad el Papa de Roma.
- ¿Hablan ellos con dios?
- Por supuesto, en sus rezos.
- ¿Y qué les dice?
- Pues les inspira las reglas que deben regir la vida y la moral de los hombres. Y les indica las decisiones que han de tomar.
- ¿Y por qué dios no nos lo dice a cada uno de nosotros?
- Porque no somos dignos de escuchar la voz de Dios.
- Mi madre decía que escuchaba voces.
- Tu madre debía estar endemoniada. Espero que recibiera los últimos sacramentos antes de morir.
- Nadie le dio nada, murió de noche mientras dormía. Era una persona muy buena, aunque siempre estaba triste. Pero si los obispos y el papa oyen también voces, ¿por qué ellos no iban a estar endemoniados y mi madre sí?
- ¡No digas eso ignorante!, ¡ por menos de eso han muerto muchos!
- ¿Quién los ha matado?
- Pues los encargados de hacer valer la ley de Dios.
- ¿El papa y los obispos?
- Efectivamente.
- ¿Y también les había dicho una voz que debía matar a esa gente?
- Exacto
- ¿ Y si en verdad era el diablo el que les hablaba?
- ¿ Cómo va a hablar el Diablo al Papa?
- Quizás se hizo pasar por dios. Le pudo imitar su voz y el papa pensó que era dios.
- Eso es imposible. Al Papa sólo le habla Dios.
- ¿Nadie ha hablado nunca con el diablo?
- La pecadora Eva, muchos profetas…y nuestro señor Jesucristo también fue tentado por él.
- Pero…si a Jesús le hablaba el diablo…¿por qué no pudo hablarle también al papa?
- Esa blasfemia podría llevar a la idea que el Papa no es infalible. Es imposible.
- ¿Qué significa infalible?
- Que el Papa no se equivoca nunca.
- ¿ Por qué no se equivoca?
- Porque así lo dice Dios.
- ¿ Y a quién se lo ha dicho?
- A su santidad el Papa
- ¿ Y si se lo ha dicho el diablo?; si el diablo fuese listo le podría decir al papa que su voz es la de dios y que si le hace caso nunca se equivocará, así lo convencería para que hiciera lo que él quiere.
- ¡Vaya tontería de blasfemia!. Si eso fuera así el Papa nunca haría el bien.
- Bueno, quizás podría hacer algunas cosas buenas para despistar, y por otro lado tomar decisiones que al final llevaran al mal.
- Dios no le dejaría nunca al Diablo manipular a su representante en la tierra.
- Pero antes ha dicho que el diablo tentó a Jesús, que era el representante de dios en la tierra. Si tentó a Jesús, podría haber tentado a cualquier otro hombre con el permiso de dios. ¿ Y el papa nunca ha hecho nada que pueda parecer malo?
- ¡Nunca! ¡Ya está bien de tanta blasfemia, pecador!
En este momento el cura comienza a hacerse más grande, una figura gigante toda de negro, desafiante sobre el niño. Su rostro se hace aún más pálido, con sus ojos azules inyectados en sangre. Una mueca de rabia incontenida desdibuja su faz. Una gran nube negra tapa de repente todo el cielo, mientras un viento huracanado arremolina la tierra y las hojas delante de las dos figuras.
Pero justo en el mismo momento que el primer rayo cae a escasos metros de ellos, el niño se levanta desafiante, su figura se hace mucho más grande, alcanzando la altura del cura, y su rostro también cambia,  es el rostro de un joven de unos veinte años, con barba y pelo largo, ambos oscuros, y con unos ojos llenos de vitalidad y fuerza. Con una voz poderosa, que se sobrepone al sonido del trueno, comienza a decir:
- Entonces, ¿no es verdad que durante siglos y siglos, esos tales papas sólo se han dedicado a intentar conseguir abarcar el máximo de poder terrenal posible?, ¿Acaso no han corrompido la iglesia desde su cúpula hasta su base?, ¿Acaso no han proclamado guerras o han bendecido bombas que posteriormente han matado miles de seres humanos? ¿acaso no han apoyado a crueles regímenes que han violado todas las leyes humanas? ¿acaso no han exterminado a sus competidores, muchas veces tan viles como ellos? ¿acaso no han permitido la pobreza y el hambre cuando hubiesen sido capaces de luchar por un mundo más justo? ¿acaso no han lapidado a todos aquellos que han osado desafiar su poder? ¿acaso no han predicado más la guerra y el odio que la convivencia pacífica y el respeto entre los diferentes?
- ¿Quién eres tú?
- ¿No lo sabes? Yo soy la la libertad, el respeto mutuo y la humildad. Y yo sé quién eres tú,  Satanás es tu nombre, vienes predicando tu propia doctrina llena de odio, envidia y rabia.  Tu eres el Diablo, y tambien Dios, pues tan malo es el Dios que predicas como el Diablo que dices combatir y que a su vez alimentas con tu Dios.
De repente, un rayo cae sobre el cura y éste desaparece...y con él, la nube negra que oscurece el día, dando paso de nuevo al sol estival. El joven vuelve a tomar su forma de niño y se queda mirando el cayado del cura, lo coge y apoyándose en éste se marcha del pueblo a paso tranquilo.
Nunca más lo volverán a ver los habitantes del pueblo. Pero desde ese momento, sin que ninguno de ellos sepa por qué, todos ellos se sentirán más unidos y con el deseo sincero de ayudarse mutuamente, sin prejuzgar ni envidiar al prójimo, tan sólo buscando una prosperidad común.

dijous, 19 de novembre del 2009

El niño y el cura (parte 1 de 2)

Un sol implacable quema la resignada meseta castellana. Todas las tardes se repite la misma historia. La gente de esta zona está acostumbrada a las condiciones extremas del verano y también a las del invierno, unas y otras tienen en la  tierra el mismo efecto que en las personas, los cuartean generando con el tiempo unos profundos surcos secos en su piel.
En uno de esos pueblos de la meseta, esta tarde, a la sombra de la pared de una casa de adobe,  se sienta sobre un banco de piedra fresca un muchacho que no debe llegar a los diez años, con un botijo al alcance de sus pequeñas manos. El muchacho está sentado mirando al horizonte, como si viera más allá del trigo que se levanta amarillo en los campos lejanos pidiendo ser segado antes de que sea demasiado tarde y sus espigas se quemen al sol. Este muchacho parece estar esperando la llegada de alguien, tranquilo, como si dispusiera de todo el tiempo del mundo, lo contrario de lo que se podría pensar del comportamiento de un niño de su edad.
Se sienta con las manos recogidas sobre su regazo, la espalda recta, como se sentaría un alumno aplicado en la clase mientras escucha atentamente a la profesora, al acecho de las preguntas de ésta, deseando ser el más rápido en alzar el brazo para poder contestar.
Si hubiésemos estado aquí durante los últimos quince días, podríamos haber visto al niño sentado en la misma posición cada tarde, esperando y esperando tranquilamente, sin perder la paciencia.
Si hubiésemos preguntado a la gente del pueblo quizás, con suerte, nos hubiesen contestado que Anesti es el único niño del pueblo, y que sus padres murieron ya de viejos, aunque él acaba de cumplir nueve años. Su madre tenía más de setenta años cuando dio a luz a su único hijo. Su padre ya había muerto cuando su madre aún no había comprendido que estaba embarazada. Ni siquiera tenía el ciclo desde hacía más de un cuarto de siglo. Nadie entendió lo  que había sucedido, pero más que hablar de un milagro, la gente callaba dando por sentado que ese niño estaba marcado por Dios o el Diablo.
El día antes que Anesti cumpliese cinco años, su madre murió. Nadie se quiso hacer cargo del muchacho, pero todos los habitantes del pueblo cumplieron una especie de pacto no firmado para llevarle cada semana alimentos y ropa usada, para que pudiera subsistir por su cuenta en la casa de sus difuntos padres. La llegada del niño tampoco había traido más mala suerte al pueblo de la que ya tenía, sus cosechas eran tan pobres como siempre habían sido, y tampoco había variado mucho el número de habitantes, pues lo jóvenes hacía décadas que habían huído a las ciudades, y en el pueblo sólo quedaban ancianos…excepto este niño, con lo que el pueblo se había ido desertizando poco a poco, de entierro en entierro.
Anesti nunca ha ido al colegio, pues el pueblo no tiene escuela y no hay ningún otro pueblo en más de ochenta kilómetros que de ella disponga. Nadie le ha enseñado a leer ni a escribir, a sumar o a restar. Su escuela es el campo, pues se dedica a cultivar las tierras heredadas de sus padres. Al poco de morir su madre, los lugareños comenzaron a ver como el muchacho les observaba atentamente mientras ellos trabajaban la tierra, fijándose en cada una de sus tareas. A la semana siguiente ya estaba trabajando la tierra de la misma manera que había visto a sus vecinos trabajarla, pero parecía ser que él había perfeccionado la técnica, pues ,desde entonces, sus cosechas siempre habían sido mejores y más abundantes. En cada estación, él observaba a sus vecinos realizar las faenas que tocaban para más tarde aplicarlas él a su manera consiguiendo mejores resultados.
En verano, siempre dedicaba las mañanas a trabajar en sus tierras, y por las tardes se iba a bañar solo al riachuelo que pasaba cerca del pueblo, a jugar con la poca agua que por allí fluía.
Pero los últimos quince días, el muchacho había cambiado su costumbre de ir al riachuelo por la de quedarse sentado a la sombra de su casa esperando …. pero, ¿esperando qué o a quién?
 Por el horizonte se empiezan a divisar las primeras nubes que dan aviso de la cercanía de una tormenta. Pero el muchacho no mira las nubes en ese momento, su atención se ve atraida por el sendero que se pierde en el horizonte, un sendero por el que se comienza a ver una figura acercarse; dicha figura, poco a poco, se va haciendo más grande, pasando de ser un punto negro a definirse como la silueta de una persona alta apoyada en un largo bastón, vestida de negro y con un sombrero de ala ancha también negro en su cabeza.
Desde que el muchacho comienza a divisar la figura en la lejanía que se acerca, hasta que ésta se para a pocos metros de él, habrá pasado una media hora larga.
- Hola Anesti, porque te llamas así, ¿verdad?

(Sigue en : El niño y el cura - parte 2)

dissabte, 14 de novembre del 2009

El regalo

Sonaba el móvil. La chica lo sacó de su bolso marrón con flecos. Era la única pieza de su indumentaria que no era negra. Su aspecto, que algunos habrían definido de gótica, chocaba por completo con ese bolso, vamos, que no le pegaba para nada, dándole un toque hortera.


- Dime...¡Mierda!, justamente hoy....no, no puedo, es el cumple de mi viejo, y no me lo puedo perder por nada, otro día será...gracias...yo también te quiero.


La chica cerró la tapa del celular y siguió tomándose su cerveza Mahou en aquel bar. Se moría de ganas por fumar, así que decidió pedirle un vaso de plástico al camarero y salió fuera del establecimiento para poder fumarse el cigarrillo, a la fría intemperie otoñal, sin infringir ninguna ley. Su padre le había comentado alguna vez que hacía mucho tiempo, cuando ella era un bebé, aún se podía fumar en los bares, y que seguramente en uno de esos, a ella le habría venido el vicio del tabaco, prácticamente recién nacida, mientras sus padres se tomaban unos pinchos de tortilla, acompañados de unas cortos, en el casco viejo de Pucela. ¡Cómo le hubiese gustado a ella poder disfrutar de un buen piti calentita en el bar! Ahora era imposible fumar entre cuatro paredes, no había un puto local donde estuviese permitido. 
Cuando hubo terminado el cigarrillo volvió a su mesa, apuró la cerveza, que seguía igual de fría gracias al frío de la calle, cogió su chupa negra y se marchó del garito tras abonar los ocho euros de su cerveza.
Aún no le había comprado el regalo a su padre, así que disponía de dos horas escasas antes de volver a casa. Esta parte del cumpleaños era la que le daba más palo. Nunca sabía que comprarle a su padre. Dos años antes, había triunfado comprándole una guitarra acústica nueva. Su padre era un enamorado de las guitarras. Lo peor del regalo fue que, nada más desenvolver el instrumento de su embalaje, el hombre se puso a tocar todas las canciones que recordaba de sus años de juventud, sin pasar por alto aquellas que había hecho con el que fuera su grupo, ella ya no recordaba el nombre de dicho grupo, pues nunca ponía mucha atención a los desvaríos nostálgicos del viejo.
Comenzó a buscar por las tiendas del centro de Valladolid y, al final, acabó en la vieja tienda de discos del DJ Leonato. Se le había ocurrido una idea genial: iba a comprarle a su padre alguna antigualla de CD, de las que tanto le gustaban. Aunque todo el mundo se bajaba la música por internet, su padre era de los pocos nostálgicos que seguían acudiendo a las escasas tiendas de discos que sobrevivían, como si se tratase de tiendas de antigüedades. En ellas encontraba aquellos grupos descatalogados de los años 90, su época favorita. La tienda de DJ Leonato era la favorita de él, pues era la tienda de su gran amigo de juventud, otro nostálgico rebelde que se negaba a rendirse a las tendencias modernas. En su tienda podías encontrar todas las rarezas habidas y por haber: aquel directo de los legendarios The Police que nunca se había editado...pues él lo tenía; o aquella canción inédita de Kurt Cobain que éste había escrito la misma tarde en que se metió una pistola en la boca y apretó el gatillo...también estaba en su tienda. 
Uxía, en vez de perder el tiempo buscando entre los diferentes estantes de discos (llenos de polvo pero meticulosamente organizados y ordenados), se fue directa a buscar al dueño de la tienda, al que ella consideraba como su tío, aunque no hubiera ningún vínculo de sangre entre ambos. 


- Hola tito, necesito sorprender a mi padre con un buen CD
- Pues espero que tengas suerte.
- Lo digo en serio, tito. Quiero hacerle un regalo que le guste de verdad. ¿Qué me aconsejas?


El señor Leonato la miró por encima de sus pequeñas gafas en silencio durante unos diez segundos, y luego salió de su mostrador y se puso a caminar entre los estantes. Echaba ojeadas a un lado y a otro, hablando para sí entre dientes, hasta que de pronto se paró delante de un estante determinado. 


- Creo que tengo lo que buscas. Tu padre siempre quiso tener este disco pero, por una causa o por otra, nunca se lo compró, y siempre pensó que descargárselo de internet era un sacrilegio. Este era uno de sus grupos favoritos.
- Me lo quedo, gracias tito, ¡eres un sol!
- La joven le dio un beso en la mejilla al comerciante cuando este le dio el cd embalado para regalo y le dijo que se lo daba gratis, todo un alivio para su bolsillo.
- Por cierto, a ver cuando cambias de bolso, ese te queda fatal.
- Ya lo sé, pero fue el regalo de papá para mi 22 cumpleaños, y no le puedo romper el corazón. Quizás un día de estos lo pierda.


Salió corriendo de la tienda y marchó directa para casa, tenía el tiempo justo para llegar a ayudar a sus padres a poner la mesa para cenar.
Después de la cena, su madre apareció con un pastel con dos velas, un 6 y un 0, la edad que acababa de cumplir su padre. Después de soplar las velas llegaron los regalos. Uxía estaba emocionada por poder regalarle a su padre algo que realmente él desease, así que prácticamente no podía esperar el momento de darle su regalo. 


- Espero que te guste, creo que hace mucho que lo buscas.
- A ver qué es.....


El hombre rompió con ganas el envoltorio y sacó el CD mientras su cara cambiaba poco a poco.


- ¿Qué pasa?, ¿no te gusta?
- Mmm, Sí, sí, mucho. Siempre he querido tener este disco de La Oreja de Van Gogh.


En una tienda de discos del centro de Valladolid, el dueño, completamente solo, se retorcía de risa imaginándose la situación.

dilluns, 9 de novembre del 2009

El salto

Me asomé al abismo, una simple mirada me dio la idea que debía haber unos cien metros de altura. Una sensación de vértigo recorrió mi espina dorsal. En ese momento oí la voz de 
                                                                     Marc, desde el otro lado me decía 
                              “¡Salta!, no pierdas más tiempo, si no te 
atrapará


¿Quién me iba a atrapar?, la ansiedad no me dejaba pensar. Era una sensación de 
ahora o nunca. ¿Pero por qué debía saltar? 
¿quién me perseguía?, 
                              ¿un monstruo?, 
                                                    ¿la policía?...
                                                                       ...¿la vulgaridad?


El salto en sí no era gran cosa, debía ser un metro de longitud, pero...¿y si tropezaba y no conseguía llegar al otro lado?, ¿qué sería de mí?
Y además, ¿qué me esperaba en el otro lado? ¿acaso un futuro en la clandestinidad sin posibilidad de volver atrás? ¿y si me arrepentía? ¿y si no era tan valiente e inteligente como para enfrentarme a lo que me esperaba tras el salto?
                                                           Pero si no saltaba, 
nunca llegaría a contestar estas 
preguntas. 
                                                     Fuese lo que fuese que me perseguía, 
                                  acabaría por atraparme, 
              y ya no volvería a tener 
otra oportunidad.


 Ahora o nunca, 
                      ahora o nunca, 
                                                     AHORA O NUNCA!!!!

dijous, 5 de novembre del 2009

SPACE ODDITY

El comandante Tom acaba de perder la conexión con el Control de Tierra. La luz del interior de la cabina se apaga, un silencio total invade la nave y él, mientras, observa el espacio sideral desde su asiento. La nave se queda sin oxígeno, apenas le quedan un par de minutos para ponerse su traje espacial con el que aún podrá respirar una hora más …y luego el final. La suerte está echada y no hay margen para los milagros. El comandante lo sabe y lo asume; incluso ya sabe cómo afrontar estos últimos minutos de vida.
Antes de que se acabe el aire de la cabina interior ya se ha puesto la escafandra. A continuación se dirige a la puerta de la nave, la abre …………….. y se lanza al espacio exterior.
Ojalá pudiera saber qué es lo que el Comandante Tom siente en ese momento de auténtica libertad, desplazándose al libre albedrío por el espacio sideral, en comunión con el Universo.
¿Observará los planetas, soles y galaxias tal y como se ve en las películas? ¿ o acaso allí fuera sólo hay oscuridad como en las profundides abisales de los océanos?
¿Sentirá vertigo o, por el contrario, flotará sin sentirse por encima de nada porque en el espacio no existen los conceptos de arriba y abajo?
¿Sentirá que realmente existe un Dios creador, o quizás que somos un accidente infinitesimal de la expansión del universo, sin ningún objetivo, sin ninguna finalidad por sí mismo, excepto la de sobrevivir?
¿Y qué sentirá cuando se le acabe el oxígeno?, ¿acaso tendrá una muerte dulce?, ¿o quizás sufra una muerte lenta y angustiosa buscando el oxígeno desaparecido de su escafandra?
¿Y qué será de su cuerpo? ¿se pudrirá y se convertirá en polvo en el espacio tal y como lo haría en la tierra? ¿o por lo contrario se convertirá en otro satélite incorrupto en rotación alrededor de la tierra?
Como en cámara lenta, el comandante se va alejando poco a poco de su nave; pronto le serán desveladas todas estas incógnitas…mientras tanto disfrutará de su último viaje, el mejor de todos.

divendres, 16 d’octubre del 2009

Érase una vez...

Érase una vez, una criatura modelada para sobrevivir sirviéndose básicamente de su inteligencia.
En un principio, tuvo que aprender a esconderse de  enemigos que le superaban en fuerza y velocidad. Con el tiempo, su intelecto le permitió fabricar utensilios con los que enfrentarse a estos enemigos. En ese momento, el hombre, pues ese era el nombre de la criatura, dejó de esconderse para erguirse y demostrar al resto de criaturas que ya no era un simple recolector, se había ganado el respeto del resto de especies.
Pasó el tiempo, la inteligencia del hombre crecía exponencialmente  y, cada vez a un ritmo más frenético,  aprendió a fabricar utensilios cada vez más complejos, que le permitieron ser cada vez más poderoso. Con ellos, ya no solo buscaba el respeto del resto de criaturas, sino que exigía el derecho a dominarlos; de este modo, el hombre dejaba de ser un animal cualquiera, una criatura más de la Creación.
 Tras millones de años de lenta evolución, el hombre dejó de avanzar con pasos titubeantes para convertirse en un gigante cuyas grandes zancadas hacían temblar el mundo. Con sus logros conquistó la tierra, el mar y el aire. Su poder llegó a ser tan grande que comenzó a valorar la posibilidad de dominar, no ya el mundo, sino el universo. El siguiente desafío era codearse con los dioses. Consiguió dominar las leyes de la genética: los seres vivos podían ser clonados, creados a la carta, con vidas cada vez más largas y cuerpos más perfectos.
Pero durante todo este progreso técnico, el hombre olvidó que también debía avanzar éticamente. Por el camino olvidó educar a sus hijos, para que estos a su vez pudieran educar a los suyos. El hombre olvidó lo que significaba el respeto por su entorno y por las demás criaturas. En cambio,  se obsesionó por dominar a sus iguales, esclavizarlos, humillarlos o hacer de ellos juguetes con los que jugar según su voluntad. Además, acabó perdiéndose en sus propias realidades virtuales, que nada tenían que ver con el mundo real. Hasta los hombres más inteligentes se volvían seres asociales que ni siquiera hubieran sabido subsistir en el mundo primitivo, que no sabían las reglas básicas para sobrevivir por sí solos. Si al principio el hombre deseó alcanzar el poder de los Dioses por un instinto de supervivencia y la necesidad de buscar la perfección, al final la idea se corrompió por un egoismo despiadado por el cual cada hombre buscaba convertirse en un ser superior a los demás.
Una nueva raza de hombres, soberbios, egoistas y crueles, colonizó el mundo. Para ellos, todo estaba permitido, no había límites morales ni éticos. Esta nueva raza dominaba al resto de población humana, sumida en la ignorancia o sin energías para luchar, cada vez más solos, contra el poder de estos déspotas.
Cuando la crueldad y el egoismo del hombre acabaron con los recursos del planeta, su inteligencia estaba tan corrompida que no fue capaz de comenzar de nuevo desde la base por la que habían comenzado sus antepasados, mucho más primitivos pero más prácticos. En vez de ello, el hombre se dedicó al pillaje, el carroñeo y al abuso, todo para subsistir. El resto de seres que habían conseguido sobrevivir a la soberbia humana se hicieron cada vez más fuertes, mientras que el ser humano se hundía en un estado de recesión intelectual.
Al final, otra especie heredaría el trono que el ser humano dejara libre como rey del planeta. Quién sabe si algún día el hombre volverá a heredar ese trono de nuevo.

dissabte, 26 de setembre del 2009

El milagro


Juan 11:39-44
Dijo Jesús:
-Quitad la piedra.
Marta, la hermana del que había muerto, le dijo:
-Señor, hiede ya, porque lleva cuatro días.
Jesús le dijo:
-¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?
Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo:
-Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sé que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz:
-¡Lázaro, ven fuera!
Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo:
-Desatadlo y dejadlo ir.

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- ¿Se ha levantado ya?
- No, sigue en su cama, durmiendo.
- ¡Voy a verle!.
- ¡No, déjalo descansar!. Piensa en todo lo que ha sufrido durante estos últimos días. Aún se le nota cansado. No le molestes.
- ¡Pero tiene que comenzar a vivir de nuevo!. Debe aprovechar el tiempo que se le ha regalado. ¡Voy a hablar con él!
- ¡No, María!
María no hace caso de su hermana Marta y se dirige impetuosamente a la puerta de la habitación de Lázaro. Cuando la abre, se encuentra con su hermano sentado sobre la cama, mirando al suelo.
 ¡Lázaro!, ¿qué te pasa?
Lázaro se gira hacia su hermana y le dirige una mirada triste, pero no contesta. María se sienta a su lado.
- Necesito estar solo. Por lo menos hasta que haya asimilado todo esto que me está pasando.
María acaricia los cabellos de su hermano. Éste aún emana un cierto olor a podredumbre, después de haber permanecido cuatro días enteros muerto. Pero su hermana parece no oler e intenta reconfortar a Lázaro.
- ¿Sabes qué?, yo creía en Él.
- ¿Y qué ha cambiado?, te ha devuelto a la vida. Tendrías que estarle agradecido y creer más que nunca en él.
- ¿Pero no te das cuenta?, yo debería haber muerto.
- Pero cuando estabas enfermo la idea de morir te asustaba.
- Y me sigue asustando, pero no debemos cambiar el orden natural de las cosas. Mi destino era morir, y no resucitar para convertirme en el truco de un mago.
- ¿Cómo te atreves a hablar asi de Él?, te recuerdo que te ha devuelto a la vida.
- María, esto no es vida. Vida es el período entre tu nacimiento y tu muerte, un vivo no huele a podrido, un vivo tiene proyectos, y yo ya no tengo ninguno, no sé qué voy a hacer, desde que resucité he quedado marcado. Todo el mundo me mira con miedo y no se acercan a mí, ¡soy un monstruo!.
Mientras María mira fijamente a su hermano, por el rostro de ella empiezan a resbalar sus lágrimas. Se da cuenta que su hermano, aunque físicamente esté vivo, realmente ha muerto.
- Lo mejor de todo es que Él me podía haber salvado; cuando le informaron que estaba enfermo, tuvo tiempo más que sobrado para venir y sanarme antes de que la enfermedad se comiese mi vida. Pero Él sabía que si se demoraba, me encontraría ya muerto, y así podría hacer otra demostración más de su poder: “El Mesías ha resucitado a un amigo suyo”, no se habla de otra cosa en toda Galilea. Mientras todo el mundo ahora quiere ser amigo del hijo de Diós, yo me encuentro con una vida después de la muerte, un regalo envenenado que se ha convertido en una pesadilla para mí, de la que no despertaré hasta que pueda volver a dormir eternamente.
- ¡Pero Él te resucitó por que te amaba!
- ¡Él me resucitó por que necesitaba un golpe de efecto!. Nadie tiene derecho a cambiar el orden natural. Si mi destino era morir, yo debería estar ahora durmiendo a la espera del Jucio Final. No puedo creer que alguien tan soberbio pueda ser la reencarnación terrenal de Yahveh. ¿No te das cuenta, María, que no somos más que sus marionetas?, juega con nosotros para conseguir su gran objetivo: la inmortalidad. Pero Él busca la inmortalidad de su nombre, quiere que miles de años después de su muerte, miríadas de seres mueran por su causa, porque Él una vez resucitó a uno de ellos. ¿Si Él fuera el verdadero Mesías crees que necesitaría hacer trucos de magia para convencernos?


Ella ha bajado su mirada. No puede mirar fijamente a su hermano, sabe que éste tiene razón, pero ella nunca podrá dejar de seguir a Jesús, pues aunque sea un impostor, lo ama.
María se levanta de la cama y lentamente sale de la habitación sin mirar atrás.

divendres, 25 de setembre del 2009

Movil Nuevo

Estábamos los dos sentados frente a frente en una mesa del bar, al lado de una gran ventana desde la cual podíamos ver el hormigueo urbano de las 8 de la mañana. Llevábamos un par de minutos en silencio, observando la gente, buscando los rostros conocidos, los personajes más curiosos y a las mujeres más bonitas entre todas las que pasaban ante nuestros ojos. Todos ellos quedaban captados en nuestra retina durante unos cuantos segundos antes de desaparecer para siempre…o hasta el siguiente café en el que los pudiéramos descubrir de nuevo entre la multitud.
Me fijé que mi amigo había cambiado de móvil; sobre la mesa había dejado un celular último modelo, con cámara de cinco megapixels, reproductor mp3, radio, sistema operativo Android, GPS y conexión WIFI…vamos, un maquinón.
“¿Y sirve también para llamar a la gente?” , le pregunté.
“Supongo que sí”, me contestó. “Pero aún no lo he comprobado. No he llamado a nadie ni nadie me ha llamado.”
“¿Cuánto hace que lo tienes?”
“Un mes”, me contestó.
“¡Anda, llámame!”
“¿Para qué?”
“Para que puedas estrenarte”.
Tardó cinco minutos en conseguir hacerme la llamada.
“Por cierto, ¿qué le pasó a tu viejo móvil? ¿se estropeó?”
“No, pero se había quedado anticuado, ya tenía dos años y medio”
“¡Ostras!, pues si funciona bien dámelo, que yo quería cambiar el mío, tiene cuatro años.”
“¿Cuatro años?, ¿cómo es posible tal aberración?, a mí me daría vergüenza decir que tengo un móvil tan viejo.

Nos volvimos a quedar en silencio, mirando a la gente pasar. De pronto, me pareció ver a un compañero de trabajo con cara de dormido que pasaba a menos de dos metros de la ventana desde la que yo le observaba.

Nota del autor: En verdad, el tonto del culo del móvil nuevo soy yo. Me sentía tan ridículo que me he tenido que ocultar en el papel del amigo bobo y asocial al que nadie llama  (he exagerado un poco mi persona y las características de mi móvil). Moraleja : más nos vale ser conscientes de nuestra propia estupidez. Esa es la base para poder mejorar, porque si no conoces tus defectos nunca los podrás corregir. Ahora ya sé hacer llamadas y escribir mensajes.

dimecres, 15 de juliol del 2009

Amanecer



Y de nuevo se hizo visible la luz de sol.
Habían pasado exactamente 745 días desde que la central nuclear de Blayais, al sur de Francia, había explotado, dejando tras de sí una gigantesca nube radioactiva de un color gris muerte. Esa nube maldita había llegado a tapar el sol en prácticamente toda Europa Occidental en menos de veinticuatro horas. En un principio las autoridades intentaron tranquilizar a la población, pero el pánico se desató por completo a partir de la filtración de la noticia que los personajes de la clase alta habían escapado lo más lejos posible de Europa; incluso se hizo público que presidentes y monarcas habían puesto pies en polvorosa dejando atrás sus responsabilidades hacia sus súbditos.
Poco a poco, paises cada vez más alejados veían como el cielo se volvía gris y de esas nubes caía una especie de lluvia que quemaba todo aquello que tocaba. La gente se refugiaba en casas, colegios, hospitales y estaciones del metro. Se dejaron de proporcionar los servicios básicos, lo que sumió a la población en la edad de piedra. Allí donde la lluvia letal no llegaba, lo hacían los gases asesinos. La prioridad de la gente fue conseguir una máscara NBQ a cualquier precio, matando si era preciso. La población fue diezmándose debido a lluvias ácidas, gases venenosos y los propios asesinatos originados de la lucha por la supervivencia. Tal como se iban acabando los alimentos en conserva y los animales, la gente iba cayendo en el canibalismo.
Cuando el hombre ya había caido en el más oscuro abismo de miseria, cuando el adjetivo "humano" había perdido todo sentido, volvió la luz. Primero cesó la lluvia, luego el aire se fue limpiando poco a poco, dejando paso a una atmósfera respirable que invitaba a la naturaleza a despertar de nuevo. Con paso vacilante, los humanos iban saliendo de sus oscuros agujeros.
Mi mujer y yo habíamos conseguido sobrevivir en el metro juntándonos a un grupo de gente, entrando nada más comenzar las lluvias. Una vez se acabaron nuestras conservas, el primer objetivo de nuestra comunidad fueron los gatos, así de paso conseguíamos que creciera la población de ratas. Cuando ya no quedaban gatos el objetivo fueron las ratas, aunque muchos pasamos directamente a las cucarachas, pues nos daban menos asco que esos roedores infectos. Mucha gente que comió rata murió por las enfermedades transmitidas por ese animal, que iba de aquí a allá, contaminándose de la atmósfera asesina pero manteniéndose inmune a ella.
Esta mañana, mi mujer y yo nos hemos atrevido a salir al exterior. Nada más salir, ante nosotros se muestran los restos de los edificios que han sido erosionados de forma brutal por la lluvia ácida. Todos aquellos que se refugiaron en estos edificios deben haber perecido. No hay árboles, los parques están llenos de ceniza, pero ni rastro de hierba. Pero lo que más llama la atención es el silencio. Es increible como cambia una ciudad sin tráfico, sin animales, sin niños…sin vida. Los pocos humanos que vagamos por la ciudad caminamos como zombies sin un rumbo definido.
De pronto, oigo un sonido que me es familiar. Es el sonido de una máquina fotográfica disparando una foto. No muy lejos de mí, encuentro a un hombre que está enfoncando a algo que está en suelo, algo muy pequeño. Me acerco y le pregunto su nombre.
- Me llamo Miguel.
- ¿ Y qué haces Miguel?
- ¿Ves esa flor tan pequeña?
Miguel me indica el lugar al que estaba enfocando su cámara y puedo apreciar como una flor minúscula de color amarillo intenta sobrevivir entre dos grietas en el asfalto. Le contesto con un gesto afirmativo de cabeza.

- Pues esa es la primera flor del primer día de nuestra nueva vida. ¿Merece o no una foto?

divendres, 5 de juny del 2009

¿Otra leyenda urbana?

El escándalo se había desatado. Sólo hizo falta la denuncia de un ex-alto cargo del departamento de producción para que las acciones de la gran multinacional se desplomaran en menos de un par de horas.
Manolo y Pere estaban sentados uno frente al otro en el mismo bar de todas las mañanas, tomándose un café con leche mientras observaban pasar la gente a través de la ventana del local cercana a su mesa. Sin dejar de vigilar, a la caza de cualquier mujer atractiva que pudiese pasar, comentaban la noticia del día.

  • ¡Mira que llegan a ser cabrones!, ¡les tendrían que cortar el cuello!.

  • ¿Pero que ha pasado exactamente?

  • Pues el tío este, lo habían echado de su empresa, y estaba tan enrabiado que se ha puesto a rajar de los trapos sucios de su trabajo, sin importarle las consecuencias que eso pudiera conllevar. Resulta que ha confesado que le obligaban a estafar; por ejemplo, sacaban un detergente al mercado, durante el primer año ese detergente obtenía muy buenos resultados de venta por su gran calidad a un precio decente; en el momento que esto ocurría, el precio comenzaba a subir y el departamento de producción recibía la orden de ir empobreciendo la fórmula del producto, con lo que éste cada vez iba perdiendo más calidad. Al cabo de tres años, la empresa volvía a sacar el mismo producto con la etiqueta de “Nueva fórmula mejorada”, cuando realmente se trataba del mismo producto que habían sacado tres años antes, pero la gente ya se había acostumbrado a la calidad del viejo producto y este "nuevo" les parecía la rehostia. El tío ha dicho que esta estrategia era seguida tanto por detergentes como por productos de higiene personal. Incluso se comenta que sus famosas cuchillas de afeitar las acaban produciendo con peores materiales para poder vender el último modelo como si tuviera mucha más calidad que los anteriores. ¿A tí nunca te ha pasado de comenzar encantado con un producto y después de un tiempo sentirte decepcionado?

  • Pues ahora que lo dices sí.

  • Con geles de afeitar, maquinillas desechables, aftershaves...

  • ¿ Y la multinacional no ha dicho nada?

  • Sí, ha hecho público un comunicado diciendo que iban a llevar a juicio a este señor por injurias, que no eran demostrables, y que sus productos siempre eran de la máxima calidad.

  • Ya, claro, que van a decir. Sólo faltaría que le dieran la razón.

  • Ojalá salieran a la luz todas las estafas que nos hacen todas estas empresas poderosas.

  • Yo casi prefiero no saberlo, estoy seguro que la realidad sobrepasaría nuestras peores expectativas.
Ese escándalo fue el tema de toda la semana, hasta que a la semana siguiente saltaron otros de corrupción política: que si un presidente de un pais europeo que se llevaba chicas menores de edad a sus fiestas de lujo, que si el marido de una ministra británica que alquilaba pelis porno y las cargaba a las dietas de su mujer, y que si los eurodiputados se iban a subir el 100% de su sueldo en plena crisis. Con tanta mierda, Pere y Manolo no daban a vasto.
Por cierto, ¿ya sabeis a quién vais a votar este domingo?

dimecres, 29 d’abril del 2009

El semáforo

Era de lo más curioso. Me fascinaba la capacidad de aquel semáforo para pasar desapercibido, estando como estaba, al principio de una curva con poca visibilidad y con doble sentido de la circulación.
Yo pasaba por ese punto cada día con mi bicicleta, y, siempre que había gente preparada para cruzar la calle, me tocaba esperarme a que los peatones pasasen, aunque tuvieran el semáforo en rojo. Se daba el caso de llegar a cruzar en rojo un grupo de más de diez personas a la vez, cada una sintiéndose segura dentro de la multitud, sin ni tan siquiera prestar atención a la posibilidad de que se acercara algún vehículo al que pudieran estar interceptando su correcto paso.
 Es curioso como los humanos no solemos preocuparnos del peligro cuando estamos en grupo y vemos que el resto del rebaño se comporta igual que nosotros. Sin embargo, si, de repente, observamos que algún individuo del grupo se alarma, instantaneamente se nos contagia ese estado de alerta, que puede llevar a un estado de pánico colectivo. Se me antoja como un comportamiento completamente irracional, instintivo . Esas sensaciones de protección y alarma dentro del grupo son característicos de las manadas y rebaños. Mientras el conjunto esté tranquilo, los individuos se sentirán protegidos, pero en el caso que uno solo de estos individuos se ponga en estado de alerta repentino, el conjunto en sí, reaccionará en el mismo sentido, buscando ansiosamente el factor de peligro invisible hasta el momento.
Quizás por ello, cuando pasaba por ese semáforo, lo que veía no eran personas, sino rebaños de ovejas, las cuales han evolucionado mucho menos de lo que ellas piensan, cruzando el semáforo cuando el resto lo hacen, sin prestar atención a las señales; para ellos es mucho más importante seguir el comportamiento del grupo que pensar por sí mismos. Supongo que lo que sucede con este semáforo podría ser extrapolable a muchas situaciones del día a día
.

divendres, 27 de febrer del 2009

El blog fantasma

DESESPERACIÓN...es la palabra exacta para definir mi estado.
Sin saber cómo, me había convertido en un adicto seguidor de aquel blog, que ahora no era más que un espacio sin vida, un blog fantasma.
Había entrado un día, casi sin querer, porque su autor había dejado un interesante comentario a un post colgado en otro blog, del cual yo era asiduo seguidor. En poco tiempo, me enganché a los posts que se me descubrían día a día en este nuevo diario virtual. Sus palabras, sus imágenes, los comentarios, todo en él era especial. El autor, ingeniosamente, había querido que todos aquellos que lo seguíamos diariamente, participáramos directamente en su elaboración, con lo que no era un blog de una persona en concreto, sino que era el blog de todos aquellos que queríamos colaborar. Nos habíamos convertido en una comunidad virtual que cooperaba en la construcción de ese espacio común, bajo la batuta de un director. No sólo podíamos dejar nuestros comentarios, los cuales eran discutidos entre todos como en un auténtico foro, sino que además podías enviar al autor una opinión, un cuento, una foto, un dibujo,...todo aquello que se te ocurriese, que él, de forma magistral, añadiría aquel elemento a un collage, en el cual reuniría todas aquellas piezas que le llegasen de sus seguidores, creando en un solo post, el de todos, un post global.
Pero de un día para otro, y de esto ya hace seis meses, la cuenta de correo electrónico, que el autor había compartido para que le hiciésemos llegar nuestras propuestas, había dejado de funcionar; un mensaje nos informaba de que nuestros correos no iban a ser recibidos por nadie. El blog dejó de actualizarse. Nadie conocía la verdadera identidad del autor, no pudimos contactar con él, ni saber qué historia personal le había llevado a dejarnos abandonados a todos aquellos que necesitábamos de ese espacio cada día para sentirnos vivos.
Desde entonces no he dejado de acceder al blog cada día, y cada vez que lo hago, se me muestra la misma página, aquella en que el autor se despide de nosotros con un “Hasta mañana”.

divendres, 20 de febrer del 2009

Los balcanes

Hace unos días, con motivo de la búsqueda de datos para situar a mi gran visir Lupu en una mezquita de Sarajevo en pleno siglo XVI, estuve haciendo un repaso de mi blog del viaje a los Balcanes del último verano. Es ahora, seis meses después, justo cuando está suficientemente lejos como para sentir nostalgia, y suficientemente cerca como para recordarlo perfectamente, el momento oportuno para hacer una valoración.

Quien haya leido mis relatos, esos pocos lectores a los que agradezco su paciencia y su coraje, quizás se habrá dado cuenta que más de una vez he situado mis historias en ese punto del globo. La península balcánica es una tierra que me ha llamado la atención desde siempre, y cuanto más sé de ella más me siento atraido por su historia. Comencé a indagar y me di cuenta que ese territorio no ha dejado de sufrir disputas bélicas en miles de años. Romanos, eslavos, turcos, húngaros, austriacos, rusos, la alemania nazi y la italia fascista. Todos estos paises han tenido en los Balcanes un constante campo de batalla, y si no, entre sus propios pueblos han intentado exterminarse cientos de veces.
Durante la segunda guerra mundial, el croata Ante Pavelic se unió a las potencias del eje para, con ayuda de estos, exterminar serbios, gitanos y comunistas. Cuando Josip Tito, el general partisano, consiguió echar a alemanes e italianos del antiguo reino de los eslavos del sur (traducción de Yugoslavia), machacó a todos aquellos que habían ayudado a Pavelic, y también a los que lo habían combatido desde el bando de los chetniks, los nacionalistas serbios monárquicos. Estableció una paz que duró más de cuarenta años, intentando alejarse de la influencia de la Unión Soviética y mantener una homogeneidad entre las diferentes federaciones que formaban la República Federal de Yugoslavia, aunque cometió el error de olvidarse de Kosovo, una zona autónoma que mantuvo dentro de la federación serbia aunque su población era mayoritariamente albanesa, muy pobre y de religión musulmana (Albania era un estado oficialmente ateo en la época del comunismo de Enver Hodza). Ese error, a su muerte, dio lugar al estallido de las diferentes guerras que se produjeron a principios de los noventa en ese pais. Un efecto dominó que devolvió a Europa a las sombras de la segunda guerra mundial...y a sufrir la misma vergüenza que había sufrido cincuenta años antes.
Recuerdo ver las imágenes de las bombas cayendo sobre Sarajevo, los muertos en sus mercados, en sus colas del pan y del agua, y pensar inconscientemente que Bosnia quedaba muy lejos de aquí, pero con el tiempo piensas: ¿y si algún día se diese un hecho así en España?, ¿vendrían a socorrernos y poner paz desde fuera?, ¿o dejarían que nos matásemos hasta que ya no nos quedase dinero con el que pagar las armas y las balas, tal como pasó en aquel momento?, estoy seguro que, desgraciadamente, oiríamos muchas voces de apoyo moral pero nadie movería un dedo por evitar la muerte de los civiles que, sin beberlo ni comerlo, se hallaran atrapados en ese infierno.
Todos estos recuerdos, no hace mucho, me hicieron pensar en la posibilidad de comenzar una novela que hablase sobre Sarajevo, la que muchos llaman la segunda Jerusalem. En esa ciudad conviven ortodoxos, católicos, musulmanes, judíos y viejos comunistas pro-Tito a los que doy por ateos. No sé si sabreis, mis queridos lectores, que allí habita una gran comunidad judía de origen sefardí, es decir, son los descendientes de aquellos judíos que nuestros santos reyes católicos expulsaron en 1492 como si fueran perros. Y con los musulmanes también se da una gran curiosidad: el dominio turco no obligó a la población a convertirse al islam, pero sin embargo, aquellos que querían conservar su religión sufrían una carga muy elevada de impuestos y de deberes para sustentar el ejército de la Sublime Puerta, el Imperio Otomano. El caso es que la mayoría de los cristianos que vivían en Bosnia pertenecían a la secta de los Bogomiles, muy parecida en sus ideas a los cátaros franceses; al estar poco influenciados por católicos y ortodoxos, no se lo pensaron dos veces y prefirieron abrazar las ventajas de la religión del profeta Mahoma.
La visita a Sarajevo no me defraudó para nada, y me gustaría poder volver pero empapándome más de la vida diaria, poder comunicarme mejor que con mis cuatro palabras de bosnio ( o serbo-croata, o como se llame el idioma que se habla en Bosnia Hercegovina). Fue fantástico pasear por Bascarsija, el casco antiguo de la ciudad, probar el cevapcici, ver sus mezquitas, su catedral católica, la ortodoxa.
También fue interesante comprobar que los serbios no son monstruos que atacan a la gente sin una razón, si no que, como en cualquier pais, las ideas y las creencias dividen a la población, y mientras algunos tratan de defenderlas respetando a los que no son como ellos, siempre habrá gente cruel y malvada, en cualquiera de los bandos, que antepongan el causar dolor a cualquier otro objetivo.
Es un viaje que te enseña claramente que el que no piensa como tú no tiene por qué ser tu enemigo, y que muchas veces a éste lo encontrarás en tus propias filas, avergonzándote de su comportamiento. Prefiero un enemigo al que respeto que no a un aliado que me avergüenza.

Las cicatrices aún no están cerradas en los Balcanes, y no creo que lo estén nunca. Supongo que habrá periodos de buena convivencia y otros periodos de tensión, como siempre pasará entre vecinos. Sólo confío en que nunca vuelva a ocurrir lo que sucedió hace casi veinte años.

Para quien le pueda interesar, aquí dejo un link a mi blog del viaje de Los Balcanes 2008.

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