dilluns, 6 de febrer del 2017

Legal o ilegal, depende del cristal

España tiene 2 millones de delincuentes libres. Como mínimo.

Se trata de los dos millones de personas que fueron a votar aprovechando que Artur Mas y otros delincuentes habían puesto unas urnas. Unos pocos son culpables de poner las urnas, pero otros lo somos también por utilizarlas. Lo que pasa es que los que las utilizamos somos demasiados como para encausarnos a todos. Si el estado tuviera la capacidad de juzgarnos no os quepa duda de que así lo haría.

¿Cómo llega un país supuestamente demócratico a criminalizar unas urnas? Pues de la misma manera por la cual exonera otras acciones de dudosa legalidad.

Así, mientras tenemos que ES ilegal preguntar a una población el futuro que desean, tenemos que 
 en el mismo estado supuestamente democrático:
NO ES ILEGAL una ley que criminaliza la libertad de expresión.

NO es ilegal filtrar injurias y calumnias, a los medios de comunicación afines, con el objetivo de criminalizar a los "enemigos del Estado".


NO es ilegal hacer tratos mafiosos con grandes compañías españolas que abusan del pueblo.


NO es ilegal el terrorismo verbal en las redes sociales dirigido contra los "elementos subversivos".


NO es ilegal que tras sufrir una terrible crisis económica por culpa de la burbuja del ladrillo, no pasen ni diez años y volvamos a estar en el mismo punto donde todo empezó sin que se haya hecho nada por evitarlo.


NO es ilegal cambiar la Constitución para realizar una reforma laboral exprés contra los trabajadores sin el consentimiento del pueblo.

NO es ilegal subir al trono un Rey sin preguntar al pueblo soberano si esa es su voluntad.

Y curiosamente, tampoco es ilegal montar un referéndum para que parezca que es voluntad del pueblo que el Estado se incorpore a una organización bélica como la OTAN.

¿Es esta la democracia que os merecéis? Quizás.


divendres, 3 de febrer del 2017

Un cuatro de febrero

Domingo, 4 de febrero del 2018

Ocho y media de la mañana. La familia duerme y yo me dispongo a coger la bici y hacer un poco de deporte. Sin embargo algo ronda por mi cabeza sin que consiga descubrir qué es. Intuyo que es importante y eso me pone más nervioso.
Conecto la televisión mientras desayuno. Estaba tan absorto en mis pensamientos, intentando recordar, que no me he dado cuenta de que en vez de cereales he puesto garbanzos en la leche. Me río de mi mismo.
La noticia me pilla a media carcajada, me quedo con la boca abierta mientras escucho atentamente a la presentadora de televisión:

- Hoy es un día que quedará escrito con letras de oro en la Historia de la Humanidad. Hoy por fin podemos decir que el cáncer ha dejado de ser una enfermedad mortal.

Y entonces lo recuerdo."Un cuatro de febrero". ¿Cómo pude olvidarlo? ¡Y qué contrariedad! ¡Un libro benéfico que el mismo día que se publica ya no es necesario! El trabajo de dos años se ha ido al garete. Y yo no puedo ser más feliz. 

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