- Una de morcillas, dos vinos y una Coca-Cola.
- Aquí no tenemos refrescos.
- Pues un agua.
- Aquí no tenemos agua.
- ¿Entonces?
- Cerveza, vino o nada.
- Pues será nada. La niña es demasiado joven para poder tomar alcohol.
Paco, el dueño de la Bicha, echó una mirada a la chica, y dibujó una sonrisa cínica en su rostro. Uxía bajó la cabeza, se sentía avergonzada pues muchas veces había ido a la Bicha con sus amigas y amigos, tomando unas cuantas cervezas, sin que su padre lo supiera. ¿Qué iba a hacer? ¿Acaso no iba a la Bicha todo aquel que estaba en León?, y algo tenía que tomar para poder pasar las fuertes raciones del local.
- Papá, ¿puedo tomar una cerveza?, es que no me gusta comer la morcilla a palo seco.
- Pero cariño, ¿tú, cerveza?
- Déjale a la niña que tome una cerveza el día de tu cumpleaños, no pasa nada por una, y seguro que no es la primera que se toma, ¿verdad? - preguntó su madre
- Bueno, la he probado – era una media verdad.
Su madre pensó que seguramente la había bien probado, a juzgar por el estado en el que más de una vez había llegado su hija a casa.
- Está bien, pero sólo una. ¡Por favor, pon también una cerveza!
El camarero asintió sin ni siquiera abrir la boca, tan sólo con un sobrio movimiento de cabeza. Miguel llamó la atención de sus dos chicas.
- Tenía ganas de celebrar con vosotras mi cumpleaños en el Barrio Húmedo. Luego iremos a ver a los abuelos y a cenar con ellos.
Las dos jóvenes, madre e hija, se miraron serias un instante y, a continuación, volvieron a mirar a Miguel con una sonrisa dibujada en sus rostros. Esa comunicación no verbal entre ambas, a él le sacaba de sus casillas, si es que algo realmente podía molestarle, pues muchos lo conocían como “el hombre de hielo”.
- ¿Veremos el partido del Barça? - preguntó Uxía
- Pues claro que sí, hoy ganaremos – contestó su padre mientras buscaba en el rostro de Fina la aprobación a su primera afirmación.
Fina no pareció inmutarse, así que Miguel se sintío sastisfecho, quien calla otorga, que dicen por esos lares.
- Papá, ¿y tú por qué eres del Barça?, porque tú antes eras del Madrid, ¿verdad?
- Recuerdo que tomé la decisión de cambiar hace unos cuantos años, justo cuando tú tenías dieciocho meses, en mi trigésimo octavo cumpleaños. Ese día, como quien decide fumar su último cigarrillo, decidí cambiar de equipo.
- Pero, ¿por qué lo hiciste?
- Pues porque me daba asco lo que veía en mi equipo, ya no reflejaba en mí ningún valor por el que valiese la pena seguir apoyándolo. El club estaba tomado por dos portugueses infames que no dieron al club más que vergüenza y prepotencia. Yo ya había abierto los ojos, pero me resistía a cambiar, hay cosas que se llevan muy dentro. Pero alguien me dio el empujón definitivo para lanzarme a la piscina...
- ¿Fue mamá?
- No cariño, mamá ayudó mucho, ya sabes que ha sido culé toda su vida, pero en verdad fue una frase del tío Wambas la que me hizo plantearme mis ideales como aficionado futbolero: “Cuando veas el Barça-Madrid tu corazón te dirá cuál es tu equipo”. A los pocos días de mi cumpleaños jugaron ambos equipos, y para mi fue sorprendente darme cuenta que inconscientemente deseaba que ganase el Barça. Cada balón dividido deseaba que se lo llevara el Barça; vibraba con cada regate de Messi, con cada pase milimétrico de Iniesta, con la capacidad de Xavi de pensar la siguiente jugada mientras se revolvía entre dos contrarios, con los zarpazos de Villa, con el hambre y la agresividad de Pedro, con la entrega de Puyol, con la capacidad de anticipación de Piqué....De mi Madrid ya solo quedaban unas migajas, Casillas y poco más. Lejos estaban los tiempos de Raúl, Zidane, Figo, Roberto Carlos, Hierro, Laudrup...El fútbol era del Barça, y todo gracias a su entrenador, mitad preparador táctico mitad visionario. Alguien que sólo se preocupaba de hacer bien su faena, intentando evitar el circo mediático que se formaba a su alrededor, todo lo contrario que Mourinho, el entrenador de aquel Madrid, un divo en el banquillo que no hacía más que poner en ridículo a los de su profesión. Desde entonces soy un culé más.
- ¿Y todo por el tío Wambas?.
- Bueno, no, él sólo dio el empujón final, me hizo reflexionar para que viera que no tenía por qué ser un esclavo de las costumbres, y que el hombre sabio es aquel que entiende cuando ha de rectificar y así lo hace.
- ¡Ah!, claro.
- ¿Y tú cariño? ¿cómo es que eres del Madrid si tus papás somos del Barça?
- Porque sus jugadores están más buenos.
Miguel se quedó pensando un rato en ello mientras asentía con la cabeza distraidamente a su hija.
- ¡Aquí tienen la morcilla!
2 comentaris:
Muy buen remate, el de la niña. ¡Si es que a veces no hay que regatear tanto! Con lo simples que son algunas cosas... Un abrazo.
Este texto asido sacado del alma ¿nooo? jajajaja.
Como anecdota, contaré que yo conocí a el entrenador del Barça, hace muchos años, cuando era aún jugador de este equipo, estuvimos ablando unos segundos, pero pude darme cuenta de que era un tio genial, con los pies en el suelo, me cayó muy bien y creo que yo a él tambien, un saludo.
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