diumenge, 21 de març del 2010

Leña al mono

- Parece que tenemos otra llamada. ¿Sí?, ¿hola?
- Hola
- ¿Cómo te llamas?
- Mi nombre es…Fénix.
- ¿Y qué nos querías comentar, Fénix?
- Pues yo sólo quería decirle al señor este que tienes al lado que no es más que un facha hijo de puta, y que me cago en “tosus” muertos, y que como me lo encuentre por la calle es hombre muerto.
- Muchas gracias Fénix por tu aportación a este programa. ¿Qué tienes qué decir a estas palabras, Tomás?
- Pues nada, que no es más que un mamarracho sin idea, y que es lamentable que lo único que pueda argumentar en toda esta discusión sea tres insultos y una amenaza. A esta persona poco le puedo explicar pues va a interpretar lo que le dé la gana.
- Tenemos otra llamada, a ver qué nos comentan ahora, Tomás. ¿Sí?
- Hola, me llamo Lucas, y yo quisiera decir a este señor que soy un admirador suyo.
- ¿Sí, en serio?
- Sí, en serio. Me parece increíble como puede seguir vivo después de ver cómo nos va chuleando a todos con sus palabras. Seguramente el tío no debe salir de casa, porque el día que salga y lo veamos le vamos a patear la cabeza hasta que reviente. ¡Estás muerto, cabrón!
- Muchas gracias, Lucas. Supongo Tomás, que vas a decir lo mismo sobre este nuevo comentario, ¿no?
- Efectivamente, más de lo mismo.
- Pues con esta llamada hemos llegado al final de nuestra tertulia deportiva de hoy. Os dejamos con el programa musical de Laura García, hoy dedicado a la canción romántica italiana de los sesenta. Hasta mañana, que volveremos con la previa del partido del derby de este sábado.
El locutor se quita tranquilamente los auriculares y bebe un trago de su botella de agua.
- Y bien, Tomás, ¿qué tal hoy?, parece que ha sido un programa más relajado de lo normal.
- Sí, hoy la gente no se ha pasado demasiado. Así da gusto. Aunque hay momentos que me asusto. Realmente creo que tendría que dejar este programa, cualquier día uno de estos locos va a cumplir sus amenazas.
- No lo creo, tan sólo son chavales un poco fanáticos que se ponen cachondos con nuestro programa. Les encanta poder escupir todos sus insultos por las ondas sin que nadie les corte. Ese es el éxito de nuestro programa, que no censuramos a nadie.
- Lo malo es que siempre me insultan a mí.
- Bueno, es que eres su enemigo, el que no piensa como ellos. Y cumples con tu papel de puta madre. A veces pareces casi tan fanático como ellos, me los puedo imaginar con los ojos inyectados en sangre, a punto de explotar. En esos momentos nuestras centralitas están desbordadas. Pero no se lo tengas en cuenta, son jóvenes con las hormonas alteradas, que necesitan dar rienda suelta a sus frustraciones. En fin, mañana más. Nos vemos.
- Hasta mañana.
Tomás se pone su chaleco antibalas y baja hasta el parking donde cogerá su coche. Cuando llegue a casa le dará un beso a su mujer, que no puede salir de casa por seguridad. La madre de ella es la que les hace las compras, pues nadie la conoce.
- Hola cariño, ¿Cómo está la niña?
- mejor, hoy parece que ha dormido de un tirón. Por fin la mutua nos va a enviar un médico durante esta mañana. Se ve que hubo problemas por algun malentendido. Espero que no volviera a pasar lo de siempre.
- no lo creo, cariño. Los de la mutua me aseguraron que ya habían despedido aquel energúmeno que me había reconocido al teléfono la otra vez que les pedimos un médico. Además, aquella vez estuvimos una semana esperando que el médico viniera a visitarnos, y esta vez, a las veinticuatro horas han reaccionado.
- Tomás, creo que deberíamos irnos de esta ciudad. Todo el mundo nos odia.
- ¿Qué dices? – el hombre sonríe a su mujer para intentar tranquilizarla. – no nos va tan mal, tengo un buen sueldo..mejor dicho, el sueldo que nunca hubiera podido soñar siendo un periodista vulgar.
- ¡Pero tu trabajo no es de periodista, no eres más que un muñeco al que todo el mundo golpea, insulta y escupe!
- ¡Por eso me pagan tanto!. ¿Te acuerdas cuando no podía trabajar de periodista y no llegábamos a fin de mes?
- Casi prefería eso a no poder salir de casa por miedo a lo que nos puede pasar.
- Es un pequeño precio por el éxito. Todo el mundo me conoce.
- Y todo el mundo te desprecia. Nadie piensa en tí como un ser humano. Para ellos eres peor que una cucaracha.
- No quiero seguir discutiendo. Subo a ver a la niña.
El hombre sube las escaleras y entra en la habitación de su hija. Le toca la frente, la tiene ardiendo, aún no le ha bajado la temperatura. Al menos parece que duerme tranquila. Tomás se queda sentado sobre la cama, se siente cansado. Su mujer tiene razón, la situación es inaguantable, pero no puede dejarlo. En el momento que hayan ahorrado un poco podrán irse a cualquier otro sitio donde pueda pasar por una persona anónima. Mientras, tendrá que seguir haciendo su periodismo agresivo y aguantando las reacciones de los fanáticos más susceptibles, confiando que ninguno de ellos llegue a cumplir sus amenazas.

1 comentari:

Mireia.viatge365 ha dit...

Me ha parecido un relato muy interesante. Con buena reflexión.

Los 3 relatos que he leído hoy me han gustado mucho, aunque te tengo que confesar que me dejo Ragnarok para otro día ;)

Me ha gustado mucho, FELICIDADES!!

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