dimarts, 26 d’abril del 2016

El apretón



"La tierra guarda en el interior su secreto: "El Agua". Los manantiales de Eden emanan de forma natural tomándose su tiempo, ya que el agua hace un largo recorrido en el que emplea más de quince años purificándose y mineralizándose. Las distintas capas geológicas actúan como un filtro natural, garantizando su pureza y una mineralización equilibrada, ideal para el organismo. Eden lleva hasta ti el bienestar, tú sólo tienes que beber. Beber agua es una de las formas más eficaces de asegurarte una buena salud. El agua Eden procede de manantiales cuidadosamente seleccionados por nuestros expertos, situados en lugares protegidos de la polución, lejos de fuentes de contaminación."
Texto de Agua Eden Springs

Reproducción ficticia de los hechos:

"No puedo parar", se repetía David una y otra vez. "No puedo parar". Había logrado alcanzar la cima de la montaña en un tiempo fantástico, lo más difícil estaba hecho. Al runner ya sólo le faltaba mantener el ritmo en la bajada. Sin embargo algo había comenzado a torcerse. De pronto, la frente de David se empezó a perlar de sudor frío. Un fuerte dolor le atenazó los riñones, primero por la espalda, después por delante. Respiró con fuerza, pero ni tan siquiera la pureza de aquel aire andorrano conseguía aliviarle. Se detuvo en seco, como hacía años que no hacía en plena carrera. Caminó unos minutos e incluso Eva, su mujer, le alcanzó.

-¿Qué ocurre?
- Me duelen mucho los riñones.

Buscó un lugar en los alrededores. Ninguno le protegía de la posible mirada de algún extraño o extraña que pudiera aparecer de repente. Entre temblores se acercó a unos matorrales y entonces la vio, escondida entre las ramas, la roca en forma de trono con una acentuada pendiente en su parte trasera que acababa en un pequeño barranco. Sin pensárselo ni un segundo se bajó los pantalones a toda velocidad, se puso en cuclillas y dejó caer sobre la pendiente toda la carga, sintiendo un gran alivio. De nuevo le vino otro arrebato y volvió a descargar con violencia. Se limpió con las mismas ramas que le escondían de miradas inoportunas. Volvió al camino, allí le esperaba Eva.

- ¿Te encuentras bien?
- Creo que tengo gripe intestinal, mejor bajaré caminando para no remover demasiado el estómago.
- Yo te acompaño.

Ambos bajaron tranquilamente las cumbres andorranas sin ser conscientes que la defecación de David se había deslizado sobre la ladera yendo a caer, casi por completo, sobre una fuente de agua. Al lado de aquella fuente había un letrero que ponía "Manantial de agua pura".

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