Vivo en Navarrete. Camino de Santiago.
Rodeada de viñedos y huertas que me regalan una amplia gama de colores y aromas.
Ideal para una persona como yo, amante de la meditación; de caminar escuchando como mi respiración inyecta vida al resto del cuerpo.
Acabo de ver una película infantil, antes de salir al camino de la mora, y no para de sonar en mi cabeza la melodía..."...un mundo ideal...".
Alejado el término ideal de mejor, me da pie a pensar en el propósito, tantas veces acariciado de "un mundo mejor".
Lo primero que me viene a la cabeza, mientras paro y siento el viento que me acaricia el cuerpo es: "mejor... para quien?". Quizá no sea un pensamiento mío. Quizá me lo ha preguntado la cigüeña que sobrevuela los campos, la tierra. Bailando con el aire, meciéndose en su trayecto por encima de animales terrestres. Por encima de mí.
Sigo caminando, disfrutando el momento como cuando niña. El presente. El ahora.
Entonces me aborda otra cuestión. Por qué nos enseñaron aquello de "... y vivieron felices para siempre". La vida de los adultos nunca es completamente feliz. No hay una "puerta" que traspasar y pronunciar la bendita frase. Las metas, los retos, los contratiempos, las superaciones y los altibajos son parte de nuestra vida. Del día a día. Tan natural como nosotros mismos.
Sin embargo en la sociedad en la que vivo nos hacemos mayores de espaldas a todo aquello que es tan real que el no verlo lo engrandece.
No miramos a los ojos a los contratiempos. La tristeza. La soledad. La muerte (lo único que tenemos seguro). No somos capaces de mirarnos a los ojos a nosotros mismos. Si quiera entonces, somos honestos: Cómo es posible que nos pasemos la vida necesitando de los demás sin sentir (conscientemente) nuestra propia compañía?.
He aprendido a medirme. A escucharme. A quererme. A perdonarme. A superarme... y sin embargo me queda tanto por hacer...
Sólo puedo mejorar mi mundo. El interior. El que me ha tocado vivir. El que vivo. Mi día a día. "Piensa globlamente, actúa localmente".
Como esos espectáculos de fichas de dominó, alineadas, donde lo que le ocurre a una es básico para la estabilidad del resto... y si caen? tenemos otro dibujo. Otro panorama. Peor? Mejor?. Otro. Donde poner de manifiesto la resiliencia del ser humano. Pero aprendiendo. De verdad. Para avanzar.
Me pasma ver lo grandes que podemos ser a nivel individual y lo mediocres como conjunto. Sin embargo, cuando la vida nos recuerda lo ínfimos que somos, entonces reaccionamos como sociedad. Por qué necesitamos estar al límite de todo para interiorizar la información y así dejar salir todo aquello que potencialmente llevamos dentro?.
Debo ser realista. Soy cómplice de mi mundo. Porque vivo en él. Por mi silencio, por mi desconocimiento, por mi falta de tiempo... y a la vez (imposible pero cierto) me siento víctima del silencio, del desconocimiento, de la falta de tiempo de los demás.
Asumo que no existe un "ellos y nosotros", "el resto y yo", "la gente y MI PERSONA".
Como animal social convivo en sociedad. Luego formo parte activa de ella. Para mi bien y para mi mal. Para el bien y el mal de los demás. En la pirámide del poder, estoy en algún escalón. Con otros.
Cómplice del pasado y cómplice del futuro. De mis abuelos y de mis hijos.
En estas frases generalizadas he conseguido el aplauso de muchas personas que tuvieron a bien compartir parte de su tiempo en escucharme cuando profesionalmente trataba la Economía Social y el Desarrollo Sostenible.
Tanto a nivel personal como en un plano teórico tengo claro que es cuando aterrizamos los planteamientos, cuando aparecen las discrepancias. Cuando, igual obedeciendo al instinto de superviviencia y por tanto al egoísmo, tiramos cada uno de un lado de la manta.
Por eso tenemos todos la razón. Por eso no la tiene nadie. No hemos aprendido a escuchar. No hemos aprendido a expresarnos correctamente. No hemos aprendido a saber quien somos. Qué sentimos: Por qué nos comportamos de determinada manera?. Qué es realmente la Comprensión, la Aceptación?.
Huir hacia delante requiere mucha energía. Y al fin y al cabo eso creo que somos. Cuando la empleamos en una cosa, no la empleamos en otra. Energía.
Pero a día de hoy, desbocada...
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