dijous, 31 de desembre del 2015

Tic tac

Regresaba a casa con la última compra para la cena de fin de año, una botella de buena cerveza comprada en el Flor de Llúpol. Evitaba caminar por la concurrida calle principal del barrio, impracticable a estas horas de la tarde. Sin embargo, la calle por la que transitaba estaba completamente solitaria...¿Solitaria? ¿Sí? ¿Seguro? De pronto un gigante que parecía salido de otra época, con gabardina negra y sombrero vaquero también negro se puso a mi lado. Yo en un principio no me dí por aludido, hasta que después de un par minutos caminando juntos me detuve. Él también. Antes de que yo pudiera preguntarle a qué narices jugaba él se me adelantó. Se levantó la manga de la gabardina y me enseñó el tatuaje en su muñeca: un reloj. Sus agujas, tatuadas, se movían sobre la piel. Si esa imagen me había dejado helado, su voz de metal oxidado me llevó a un estado de ultracongelación, parecía la voz de decenas de almas torturadas en el averno. Aquel coro infernal me susurró lo siguiente:
"Las agujas se mueven a la velocidad con la que cae el hacha sobre el cuello del condenado. Recorren implacables el camino que nos conducirá hasta la medianoche.
Otro año más se nos va, una nueva hoja que cae del roble de la vida. Debería ser ciego para no ver que el árbol comienza a quedarse pelado, eso debe significar que llega el otoño. Personalmente me gusta el otoño, es mi estación favorita aunque la mayoría prefieran la primavera o el verano. En el otoño nos damos cuenta de que el invierno se aproxima, que debemos aprovechar las horas de luz que cada vez son menos, antes de que la oscuridad y el frío nos envuelvan. Es el momento preferido para vivir la naturaleza, cuando esta nos parece más bella pues reúne todos los colores que ha ido acumulando en las anteriores estaciones: verde, amarillo, naranja...rojo. No te preocupes por la primavera ni el verano, no te preocupes del invierno. Vive el otoño, disfruta de cada una de esas hojas que caen de tu calendario. Porque las agujas seguirán desplazándose otro año más y en breve volverás a vivir una nueva Nochevieja. Y recuerda, naciste para perder pero vives para ganar."

Las voces callaron al unísono, el gigante se bajó la manga de la gabardina ocultando aquel tatuaje mágico. Me dedicó un rápido saludo con su sombrero de cowboy y se marchó en sentido contrario al mío. Giró por la primera esquina que se encontró y ya no volví a verle.

Llegué a casa completamente embobado, aún en estado de shock tras aquel encuentro místico.

- ¿Has traído la cerveza? - me preguntó mi mujer.
- ¿Eh? Sí, claro.
- ¿Cuál has comprado?
- Pues una IPA, Mortal-Ale se llama.

"Mortal-Ale, Mortal-Ale". ¿Tendría que ver algo aquella cerveza con mi alucinación?

- ¡Pero, si está vacía!
- ¿El qué?
- ¿Qué va a ser? ¡La botella de cerveza! ¡Y es una Xibeca!
- ¡La alucinación! ¡Aquel tipo!

En un bar cercano entró el gigante de la gabardina y el sombrero. Otros dos le saludaron desde la barra.

- ¡Ey, Lemmy! ¿Qué tal va la tarde?
- ¡De puta madre! - El hombre se quitaba el sombrero y la gabardina. - Acabo de dar un susto de muerte a un pringado. Se ha quedado tan acojonado que le he hecho el cambiazo de la litrona. ¡Mirad que botella más chula le he trincado!
- ¿No le habrás puesto tu voz infernal? ¿Aún cuela ese truco?
- Nunca falla. Y si además les enseño mi reloj transparente se quedan pillaos.
- ¡Qué cabron eres Lemmy! ¡Jajaja!
- ¡Venga, os invito a un trago! ¡Por los Motorhead!
- ¡Por los Motorhead!

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